POR: MIGUEL RAMÍREZ / Periodista de investigación
El 5 de enero pasado, cuando la Segunda Sala Superior Penal decidió que Keiko Fujimori debía seguir presa por 36 meses, hubo una reunión entre varios congresistas que querían dejar Fuerza Popular (FP). Allí decidieron que esperarían el momento adecuado para hacerlo, contaron fuentes de su entorno.
La oportunidad para cuatro de ellos llegó el miércoles cuando el cogollo del fujimorismo –encabezado por Carlos Tubino, Luz Salgado y Rosa Bartra– decidió censurar al presidente del Congreso, Daniel Salaverry, quien también renunció ese día.
Los que pedían la cabeza de Salaverry tuvieron que recular, derrotados y humillados, porque no tenían los votos necesarios para hacerlo.
Aunque, hasta el último minuto, trataron de salvar su derrota: ofrecieron a los miembros de Cambio 21 reconocerlos inmediatamente como bancada, a cambio de echar a Salaverry, lo que fue rechazado.
Muchos se preguntan ahora, ¿cuándo se jodió el fujimorismo?
Varios disidentes contaron que Keiko Fujimori, la lideresa de FP, se equivocó el primer día que convocó, en el hotel ‘El Pueblo’, a su poderosa bancada de 73 integrantes. Ese día dividió a sus engreídos con los provincianos.
Dos hechos –según contaron– marcaron ese primer encuentro: Keiko dijo que le habían robado la presidencia de la República y su asesora Ana Herz de Vega obligó a cada uno de los congresistas electos a firmar un papel para entregar parte de sus sueldos al partido.
El descuento, de mil 500 soles, se haría automáticamente de su planilla de pago. En total sumaban ¡S/.109.500 mensuales, libres de polvo y paja! En las reuniones de la bancada, todos estaban prohibidos de grabar con sus celulares. Keiko dijo que tenía un sistema tecnológico que le permitía detectarlo. Nunca se supo si eso era verdad.
Lo cierto es que, siempre según las fuentes, ella tenía un método más infalible: la soplonería. Las sesiones se desarrollaban en una mesa larga en donde los congresistas se sentaban frente a frente, con Keiko a la cabeza. Keiko mezclaba a los numerosos congresistas con su gente de confianza, que la alertaban de todo. Se les conocía como ‘los soplones’.
En una oportunidad, el legislador Francesco Petrozzi sacó su celular. Apenas fue avisada, Keiko le llamó la atención al parlamentario, quien tiempo después también renunciaría a Fuerza Popular.
Varios de los entrevistados recordaron que Keiko se burlaba de su hermano Kenji. El día que fue llamado a declarar antes de ser expulsado de las filas fujimoristas, apenas lo dejaron hablar 10 minutos. Cuando salió, Keiko y sus congresistas de confianza se burlaron de sus argumentos.
Luego, pidió que todos votaran con la mano alzada para expulsarlo. Dos parlamentarios se demoraron. Cuando los soplones le avisaron, Keiko los recriminó para que lo hicieran.
Hasta hoy son 17 los disidentes, pero –según las fuentes– la estampida continuará. Varios fujimoristas ahora corean: ‘Aquí, allá, el miedo se acabó’. Nos vemos el otro martes.