'Matarse de hambre' no es el camino para adelgazar. Foto: ¡Stock.
'Matarse de hambre' no es el camino para adelgazar. Foto: ¡Stock.
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Unos comen mucho y no engordan, y otros engordan aunque coman poco o se ‘maten de hambre’. Para el nutriólogo Edgardo Bouroncle Mc Evoy todo tiene que ver con nuestro metabolismo.

Muchas veces —-explica-— no engordamos por comer demasiado, sino por cómo funciona (o no funciona) nuestro metabolismo.

“Y es que el cuerpo humano es mucho más sabio —y a veces más terco— de lo que creemos. Si percibe que estás comiendo poco, no interpreta ‘¡qué bien, vamos a bajar de peso!’, sino ‘¡alerta, hambre!, mejor guardemos energía’.

El metabolismo es el conjunto de procesos que convierten los alimentos en energía. Es como el motor de un auto: algunos lo tienen encendido y eficiente, otros lo tienen al mínimo.

“Si comes muy poco o de manera desordenada, tu cuerpo se adapta para sobrevivir: gasta menos calorías, guarda grasa y quema músculo”.

Por eso, —-agrega-— no siempre “comer menos” significa bajar de peso. De hecho, muchas personas suben porque su cuerpo se vuelve más eficiente en almacenar, no en gastar.

¿Cuáles son los errores más frecuentes que nos hacen subir de peso?

Te saltas las comidas

Bouroncle indica que uno de los errores que nos llevan a engordar de manera desmesurada es saltarnos el desayuno o el almuerzo pensando que así se “ahorran calorías”.

Lamentablemente, el cuerpo no lo entiende así. “Cuando pasas muchas horas sin comer, tu nivel de glucosa (azúcar) en sangre baja, y el organismo libera cortisol, la hormona del estrés, como mecanismo de defensa. Esto hace que aumente tu apetito por dulces y carbohidratos, te sientas cansado y, al final del día, termines comiendo más”, advierte.

Además, cuando te saltas comidas o ayunas, “el cuerpo empieza a utilizar el músculo para obtener energía, y al perder masa muscular, el metabolismo se vuelve más lento”.

Dormir poco y mal afecta directamente tu peso. Foto: ¡Stock.
Dormir poco y mal afecta directamente tu peso. Foto: ¡Stock.

Duermes poco y mal

Si duermes pocas horas, engordarás. Esto es bien sabido por todos y Bouroncle los explica así:

" Cuando duermes mal, tu cuerpo entra en estado de alerta, las hormonas del apetito se alteran, haciendo que al día siguiente tu necesidad de ingerir más alimentos aumente, sobre todo, de carbohidratos y azúcares en postres".

Y eso no es todo, porque esos dulces, harinas y que te comes se van directamente al abdomen donde se depositan.

“Por eso, dormir poco afecta directamente tu peso. Trata de dormir temprano y apaga el celular”, aconseja el especialista.

Vives estresado

Cuando estás bajo estrés constante, tu cuerpo produce cortisol, una hormona que en pequeñas cantidades es útil, pero en exceso te hace acumular grasa abdominal y retener líquidos.

“Aparecen ráfagas de hambre y lo que más tenemos a la mano es chatarra: galletas, chocolates, bebidas azucaradas, etc.”.

No siempre “comer menos” significa bajar de peso. Foto: ¡Stock.
No siempre “comer menos” significa bajar de peso. Foto: ¡Stock.

No te mueves

Muchas personas creen que no engordan porque no comen, pero se mueven muy poco. El cuerpo humano está hecho para moverse y hoy en día nadie se mueve. Esta falta de actividad nos pone en ahorro energético; no se trata de hacer ejercicio o ir al gimnasio, de lo que se trata es de tener actividad física diaria, empezando por caminar 30 minutos por día.

¿Qué debemos hacer?

La palabra clave para mejorar nuestra salud y tener un peso adecuado es: ORDEN. El cuerpo necesita un equilibrio de alimentos, tanto de las proteínas, los carbohidratos, las grasas, la fibra, las vitaminas y los minerales a lo largo del día; comer a nuestras horas: desayuno, almuerzo y cena. El punto de equilibrio está en comer, para tener energía y satisfacer nuestras necesidades nutricionales. El objetivo no es sufrir, sino conectarnos con nuestro cuerpo y nuestro metabolismo.

Bebe de 6 a 8 vasos de agua al día

El 70 % de personas confunde la sensación de sed con hambre porque no toma agua. El organismo necesita agua, ya que somos un gran porcentaje de agua en el cuerpo.

Beber de 6 a 8 vasos permite un mejor funcionamiento del tubo digestivo y del sistema circulatorio.

También, ayuda a la hidratación de la piel y de los tejidos, pero sobre todo, a crear un buen equilibrio de nuestros minerales.

Asimismo, nuestro cerebro, que al ser un 75 % agua, mejora la concentración, la memoria y los estados de alerta.

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