Los estudiantes que practican danzas no solo mejoran su salud física, sino también fortalecen la gestión de sus emociones y optan por una alimentación más saludable. Además de valorar la riqueza del folclore peruano y promover su difusión y revaloración, los ensayos y presentaciones en grupos les ayudan a relacionarse mejor con las demás personas y a prevenir conflictos.
Santos Olazabal, director del Elenco de Danzas de la Universidad de Ciencias y Humanidades (UCH), explica que los estudiantes logran ser disciplinados y esa cualidad la aplican en su vida académica, mediante la concentración y rigurosidad. El trabajo en equipo brinda una sensibilidad especial que les permite ser más empáticos con sus compañeros y fortalecer la comunicación eficaz.
Mediante la danza, el estudiante aprende a conocerse a sí mismo; no solo valora sus capacidades y se compromete a potenciarlas, sino también identifica sus limitaciones y propone alternativas para convertirlas en fortalezas. Un ejemplo es el temor a expresarse en público, que es superado con las presentaciones del elenco delante de los asistentes, y ello repercute en un mejor desempeño cuando realiza exposiciones en el aula.
En el contexto cultural, Olazabal destaca que la práctica de las danzas permite conocer con mayor profundidad la riqueza del patrimonio inmaterial peruano. Por esa razón, los padres de familia deberían inscribir a su hijo en talleres de danza para ayudar a que su rendimiento académico mejore y también su actividad física.
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