Débora, de 78 años, maestra jubilada, había sido activa, disfrutaba de la vida y tenía buen carácter. Se reunía con sus amigas y todas las semanas rezaba el rosario. De repente, su carácter cambió, no tenía ganas de hacer nada, perdió el apetito, el sueño y no deseaba reunirse con sus amigas.
Su hija la trajo a consulta para que le recete algo para levantarle el ánimo. Luego de examinarla, e indicarle algunos exámenes de laboratorio, concluí que Débora tenía depresión. La depresión es muy frecuente en el adulto mayor y se caracteriza por un estado de ánimo de tristeza y anhedonia.
La persona no tiene ganas de hacer nada.
Dentro de los síntomas más frecuentes están la falta de sueño y de apetito, y dolores en diferentes partes del cuerpo.
Es una enfermedad que altera la calidad de vida del enfermo y debe ser tratada.
Actualmente, Débora está recibiendo tratamiento, ha recuperado el ánimo, el apetito y nuevamente se reúne con sus amigas.
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