
La adolescencia es una etapa difícil, marcada por la inestabilidad emocional, conflictos con la autoridad parental, presión social y una mayor tendencia a los comportamientos de riesgo. Si a esto se suma que no se ha construido un hogar armonioso con padres presentes, las consecuencias pueden ser graves, llegando incluso a que los adolescentes quieran abandonar la casa.
La psicóloga Lizeth Limas aclara que huir del entorno familiar no solo es un acto de rebeldía, sino también el resultado de problemas emocionales que pueden atormentar a los adolescentes. Para prevenir este desenlace, la especialista recomienda que los padres fomenten canales de comunicación que permitan a los menores expresar sus sentimientos. Escuchar con atención y establecer normas claras, pero flexibles, son pasos esenciales.
“Muchas veces, ellos no quieren escapar de casa, sino del dolor que sienten, y creen que su vivienda no es un refugio”, explica.
Es importante que los progenitores estén atentos a señales de alerta como la disminución del rendimiento escolar, cambios bruscos de ánimo, irritabilidad o el aislamiento en la habitación.
Ante la amenaza de que el adolescente quiera escapar, los padres deben mantener la calma y escuchar sin juicios. La relación se puede recuperar, solo se necesita compromiso.
DATITO
La autoestima, la confianza y el respeto deben cultivarse desde la infancia, pues constituyen la base de una relación familiar sólida y saludable.









