
La muerte de cientos de polluelos de flamencos en Sullana (Piura), en el norte del Perú, a manos de cazadores ilegales que venden su carne, nos hace reflexionar sobre la necesidad de proteger a estas aves que forman parte de la fauna de nuestro país.
Los flamencos son aves migratorias zancudas de gran tamaño, patas largas y cuello curvado, que viven en grandes colonias.
Se les encuentra en cuerpos de agua poco profundos, como lagunas, estuarios (zonas costeras semicerradas donde el agua dulce de un río se mezcla con el agua salada del mar) y marismas (suelos cubiertos de agua por mareas o la cercanía de ríos).
En estos humedales se alimentan de pequeños crustáceos que les dan la coloración rosada con tonos de rojo en sus plumajes blancos.
En Perú hay tres especies de flamencos: flamenco de James (Phoenicoparrus jamesi), flamenco andino (Phoenicoparrus andinus) y parihuana común (Phoenicopterus chilensis), la especie de la que se halló restos de ejemplares muertos en Sullana.

Esta parihuana común vive a lo largo de la costa y en los Andes (en lagunas con poca profundidad, donde construye un nido de barro para sus huevos), y come principalmente algas y pequeños invertebrados que filtran del agua. Mide entre 95 centímetros y 1 metro de alto.
DATITO:
Se afirma que los flamencos, específicamente de la especie conocida como parihuana, inspiraron al libertador José de San Martín en la creación de la primera bandera del Perú. Mientras descansaba en la bahía de Paracas (Ica, al sur de Lima), tras desembarcar con su ejército libertador en setiembre de 1820, se dice que una bandada de esas aves —con sus alas rojas y pecho blanco— le sugirieron los colores de la bandera blanquirroja.










