
La anemia no solo provoca cansancio y palidez, sino también inapetencia. Este síntoma, muchas veces pasado por alto, puede convertirse en un obstáculo para la recuperación si no se atiende adecuadamente. La nutricionista Mayra Garay nos lo explica.
¿La anemia reduce el apetito?
Sí, en muchos casos la anemia, sobre todo la ferropénica (por falta de hierro), puede disminuir el apetito.
¿Por qué se produce?
La anemia baja la cantidad de oxígeno en el cuerpo y es como si el cerebro se estuviera apagando, entonces, hay falta de energía y de ganas de comer. Además, la anemia hace que aumente una hormona que produce saciedad.
¿En qué personas es más notorio este efecto?
En niños pequeños, adultos mayores y madres gestantes.
¿Se presenta en todos los tipos de anemia?
Generalmente, sí, pero es más común en la ferropénica. Y lamentablemente es una de las señales que más se pasa por alto.
¿Por qué?
Porque muchos papás o embarazadas suponen que esa falta de apetito es normal y no le dan importancia.
¿Cómo darse cuenta de que no es normal?
El niño con anemia no querrá comer nada, ni siquiera su plato favorito.
¿En qué etapa de la anemia aparece este síntoma?
Suele presentarse en etapas intermedias o avanzadas, cuando el déficit de hierro ya impacta en el organismo.

¿Se recupera rápido el apetito una vez iniciado el tratamiento?
En muchos casos, sí. A los pocos días de comenzar, el apetito va despertando.
¿Basta con suplementación o se necesita apoyo nutricional?
Para que el tratamiento funcione, se requiere suplementación con una dieta rica en hierro y vitamina C. Pero en este proceso los padres cometen un error común.
¿Cuál?
Llenar de comida al hijo. Le dan alimentos que nunca ha comido e insisten en que se los coma. Por eso, es importante educar nutricionalmente a los papás.
¿La falta de apetito puede agravar la anemia si no se trata a tiempo?
Definitivamente, sí. Comer menos reduce aún más la ingesta de hierro y otros nutrientes, lo que perpetúa y empeora la anemia. Al final termina siendo un círculo vicioso… Exactamente. La anemia reduce el apetito, pero a la vez esto empeora la anemia. Y lo más grave son las consecuencias que generan.
¿Cuáles son esas consecuencias?
En el caso de los niños, estancamiento de talla y peso, y complicaciones en su aprendizaje. Un último consejo… Hay que estar alertas a cualquier señal de los niños y seamos creativos a la hora de alimentarlos.










