Ser puntuales es una cualidad que los demás valoran positivamente y nos beneficia.
Ser puntuales es una cualidad que los demás valoran positivamente y nos beneficia.

Entre los valores humanos que debemos cultivar, como reglas para lograr una convivencia saludable dentro de la sociedad y con quienes nos rodean, se encuentra la puntualidad.

Se define como la cualidad que tenemos para hacer las cosas a su debido tiempo, tal como se encuentra establecido o porque nos comprometimos.

Cumplir con la hora y hasta la fecha prevista es algo a lo que debemos acostumbrarnos desde niños y jóvenes, en la casa y en el colegio.

En el hogar, por ejemplo, quedamos con nuestros padres en hacer algo en un momento determinado, como ir al colegio y regresar de él, comer o salir y volver a casa cuando vamos fuera para jugar con amigos. Si decimos que haremos algo a una hora y lo cumplimos, no solo haremos lo que decimos, sino que también ganaremos la confianza de nuestros padres.

En el colegio, cumplir con las tareas en la fecha y hora indicadas es bien visto por nuestros maestros y ellos suelen recompensarlo con mejores notas.

Además, ser puntuales desde pequeños se convertirá en una costumbre y hará que seamos bien vistos por todos. De mayores, en el trabajo, la puntualidad también será valorada y muchas veces de ella dependerá la ampliación de un contrato laboral o un incremento salarial o promoción en un cargo.

La puntualidad es una buena conducta que podemos forjar con la práctica. Por ejemplo, podemos salir con más tiempo de antelación que el normal para estar antes en una cita, reunión o el inicio de una clase.

Entre los valores humanos que debemos cultivar, como reglas para lograr una convivencia saludable dentro de la sociedad y con quienes nos rodean, se encuentra la puntualidad.

Se define como la cualidad que tenemos para hacer las cosas a su debido tiempo, tal como se encuentra establecido o porque nos comprometimos.

Cumplir con la hora y hasta la fecha prevista es algo a lo que debemos acostumbrarnos desde niños y jóvenes, en la casa y en el colegio.

En el hogar, por ejemplo, quedamos con nuestros padres en hacer algo en un momento determinado, como ir al colegio y regresar de él, comer o salir y volver a casa cuando vamos fuera para jugar con amigos. Si decimos que haremos algo a una hora y lo cumplimos, no solo haremos lo que decimos, sino que también ganaremos la confianza de nuestros padres.

En el colegio, cumplir con las tareas en la fecha y hora indicadas es bien visto por nuestros maestros y ellos suelen recompensarlo con mejores notas.

Además, ser puntuales desde pequeños se convertirá en una costumbre y hará que seamos bien vistos por todos. De mayores, en el trabajo, la puntualidad también será valorada y muchas veces de ella dependerá la ampliación de un contrato laboral o un incremento salarial o promoción en un cargo.

La puntualidad es una buena conducta que podemos forjar con la práctica. Por ejemplo, podemos salir con más tiempo de antelación que el normal para estar antes en una cita, reunión o el inicio de una clase.

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