Eugenia, la mamá de Mauricio, le hablaba sobre algunos objetos que tenía desde que era niña, entre ellos algunos álbumes, monedas y objetos diversos, como una llave de color dorado que había encontrado en un baúl de sus abuelos.
A Mauricio le ganó la curiosidad y pidió ver los objetos. Estaba interesado en todos, pero más en la llave misteriosa. Eugenia fue a buscarla y le advirtió que esa llave no era útil para abrir ninguna puerta, que solo era un objeto de la suerte y se la regaló.
Desatendiendo las recomendaciones de su mamá, Mauricio trató de abrir el baúl de la abuela, la puerta del armario de papá y la del cuarto de los cachivaches. Pero la llave no abrió ningún lugar.
Fue cuando recordó lo que su mamá le dijo y puso la llave en su llavero como un objeto de la suerte. Cuando Mauricio terminó la secundaria con excelentes calificaciones pensó que la llave le había ayudado con ese logro. Lo mismo ocurrió en su graduación de la universidad.
En una ocasión, cuando Mauricio ya era todo un hombre, le robaron su llavero y por supuesto la llave de la suerte.
Mauricio pensaba que sin la llave dejaría de tener éxitos como en el pasado; sin embargo, ocurrió todo lo contrario, siguió escalando puestos hasta convertirse en el director general de la empresa en la que trabaja.
De esta forma se dio cuenta de que la llave tan solo era un amuleto y que las razones de sus éxitos eran la disciplina, la constancia y la perseverancia que había puesto en todo lo que hacía.
Autor: Gabriel Ramos