A muchos niños la ciencia no les genera rechazo. Por el contrario, para ellos es sinónimo de diversión, misterio, descubrimiento, experimentación y creación.
Los talleres de ciencia y robótica son ideales para los menores porque a través de ambas actividades desarrollan un espíritu crítico, de observación, participación y aprenden que muchas cosas en la vida funcionan luego de varias pruebas de ensayo y error.
Los experimentos con agua, e incluso alimentos, les resultan atractivos. Si a eso se le suma una excursión al campo con lupa en mano para observar insectos y clasificar hojas de los árboles, el interés por la ciencia crecerá más en ellos.
ROBÓTICA
Este taller está cobrando relevancia porque además de la ciencia, integra otras áreas de conocimiento como son las matemáticas, la tecnología y la electrónica.
Parece una materia para adultos, pero en realidad aporta grandes ventajas a los niños porque, en el intento de crear su propio robot, aprenden de programación informática y se vuelven tenaces.
Y lo más importante, mejoran su tolerancia a la frustración cuando se les presenta alguna falla electrónica y deben hallar una solución.