
Duro para el dueño y duro para el veterinario, pero quien realmente la pasó mal fue el paciente. Pocas veces somos capaces de ver la angustia dibujada en los ojos de un animal. Tener esa sensación de estar pidiendo ayuda a gritos y que no te salga la voz.
Las emergencias veterinarias, así como las humanas, raramente son tan urgentes que comprometen la vida. Siempre suelen ser urgencias como traumatismos, diarreas de varios días o vómitos, pero cuando llega una emergencia de madrugada, una de verdad, toda la sangre se te sube de golpe a la cabeza, pones el piloto automático y no piensas en otra cosa que en sacar al paciente adelante.
Un fallo en el protocolo, un olvido, un segundo que pierdes en pensar qué debes hacer y el final ya no es uno feliz. Así son las emergencias veterinarias de verdad.

En la clínica veterinaria contamos con atención las 24 horas los 365 días del año. Siempre estamos cuando nos necesites.
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