El ejercicio físico que se realiza de forma habitual, en el gimnasio, correr largas distancias, trotar o caminar reduce el riesgo de sufrir infecciones y a la vez, protege el sistema inmunológico. Éste nos brinda las defensas necesarias para la recuperación de la COVID-19 y otras enfermedades como el cáncer, VIH, diabetes, limitaciones cognitivas y obesidad.
Karen Quiroz, directora de la Escuela de Nutrición y Técnicas Alimentarias de la Universidad Le Cordon Bleu, señala que la práctica de ejercicio libera diferentes proteínas que pueden ayudar a mantener la inmunidad, por ello debe practicarse, de preferencia, tres veces a la semana, si se trata de ejercicios leves a moderados.
Algunos de los beneficios válidos para cualquier edad son, según la experta:
Cuando las personas se estresan, la capacidad de nuestras células T de multiplicarse en respuesta a agentes infecciosos se reduce notablemente. El ejercicio ayuda a contrarrestar los efectos negativos del estrés.
Ejercitarse resulta importante para reducir al mínimo el impacto del virus y acelerar la resolución viral si nos infectamos de COVID-19 y por tanto, a reducir las probabilidades de contraer un resfriado, gripe u otra enfermedad de respiratoria.
Las personas que se ejercitan con regularidad (entre ejercicios leves a moderados) mejoran la respuesta inmune de la vacuna y disminuyen la inflamación crónica de bajo grado.
Los ejercicios de tipo aeróbico involucran el movimiento de millones de células inmunes principalmente las involucradas en el reconocimiento y eliminación de células infectadas por virus, haciéndonos más resistentes a las infecciones.
Finalmente, la especialista en nutrición recomienda seguir una dieta balanceada rica en carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales con el objetivo de reducir el riesgo de sufrir alguna enfermedad crónica.
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