
No todas las parejas siguen juntas por amor. Algunas lo hacen por rutina, por comodidad o simplemente por no enfrentar la incomodidad de una separación. La psicóloga Juliana Sequera nos ayuda a distinguir entre una relación viva y otra que solo se sostiene por inercia.
La costumbre puede disfrazarse de cariño, pero se nota en los silencios incómodos, en la falta de emoción y en el esfuerzo por sostener algo que ya no fluye. Cuando ya no hay interés genuino, y se permanece más por compromiso o por temor a la soledad que por deseo real, la relación empieza a estancarse.
“No se trata de vivir en una eterna luna de miel, pero sí debe sentirse que ese vínculo te impulsa y no te desgasta. El amor sano suma: hay preocupación mutua, alegría al encontrarse, metas compartidas y una conexión que se sigue eligiendo”, señala Sequera.

Si la relación se vuelve mecánica, sin crecimiento ni planes a futuro, y estar juntos comienza a sentirse como una obligación, es momento de mirar con honestidad. “Pregúntate si aún hay motivos reales para continuar. Quédate solo si hay bienestar, si el vínculo aporta, y no por miedo a la soledad o a empezar de cero. No te estanques: también tienes derecho a volver a amar y a ser amada con plenitud”, agrega la experta.










