
El caso de un empresario que estrelló su lujoso vehículo contra un restaurante, minutos después de protagonizar una discusión con otros clientes, evidencia el nivel de impulsividad que algunas personas pueden alcanzar y el daño que esto puede generar.
La psicóloga Ysela Nicolás Hoyos, directora del Centro Peruano de Psicología Integral y Psicoterapia, advierte que detrás de actos de violencia desmedida puede esconderse un trastorno clínico que, muchas veces, no se diagnostica porque se normalizan las actitudes agresivas. “Suelen decir que son personas temperamentales, que tienen mal carácter”, señala.
La especialista recalca que existen pautas para autorregularse y evitar que los impulsos dominen. Por ejemplo, ante situaciones tensas recomienda hacer pausas activas, tomar distancia para respirar y calmarse, o pensar con criterio de realidad. También aconseja manejar el humor, ya que este puede volverse sarcástico y escalar el conflicto. Una vez que la tensión disminuya, lo ideal es expresarse de forma asertiva y perdonar.

“La impulsividad es un rasgo donde no se piensa”, concluye Nicolás Hoyos, quien además considera que el nivel de agresividad aumentó tras la pandemia.










