Hoy ya no es novedad que lo más difícil en relación a los vínculos, no es el saber conquistar sino, el saber separarse.
Esta máxima moderna obedece a que la búsqueda de pareja y de vivir nuevas experiencias de amor se ha vuelto muy sencilla.
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Tanto hombres como mujeres suelen tener una mayor y mejor disposición para iniciar vínculos nuevos y muchas veces intrascendentes, pero lo que está creando mayores problemas es no saber como cortar una relación en la cual ya no se ama, o poner punto final a un vínculo que nos está creando problemas.
Habrá que decir que hoy en día, tanto hombres como mujeres frustrados porque han recibido la comunicación fatal de que alguien ya no desea estar con ellos reacciona mal.
Esta reacción siempre será causada porque nuestra vanidad y amor propio herido no nos permite aceptar que ya no somos deseados ni amados, o peor aún, que hay otro más interesante que nosotros que ha impactado el corazón de nuestra pareja.
Las reacciones más comunes son:
La violencia, el insulto, el tomar actitudes persecutorias y vengativas, el contratar a un detective y a veces hasta iniciar una campaña de desprestigio contra aquel que osó dejarnos plantados.
También sabemos que como producto de haber sido dejados, reaccionamos de modo absurdo, como por ejemplo, abandonarnos hasta perder el trabajo o dedicarnos a las drogas, y no falta quien toma la fatal decisión de suicidarse.
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Pero centrándonos en la causa del por qué las personas toleran tan mal el ser dejados, nos encontramos con que hoy en día el mundo esta pasando por una etapa de culto al narcisismo y al hedonismo.
Es decir, desde niños aprendemos la vanidad y a sobredimensionar nuestro ego, pensando que somos los más guapos, las más lindas y que jamás nadie preferirá a otro por encima de mí.
El saber separarse sin sufrir demasiado, solo puede suceder en individuos que desde niños han aprendido el arte y la virtud de saber manejar los vínculos humanos.
Son personas que fueron educadas para poder distinguir la diferencia entre separarse de una pareja y sentir que uno muere porque ella se va.
Por lo general, quien más sufre al ser dejado es aquel que tiene la fantasía en su inconsciente de que va a morir como un niño solo y abandonado, unido a la idea absurda de que ella se fue para siempre y jamás sabrá nada de su vida.
Como es fácil de comprender, esto no es realidad. La separación de una pareja no es igual a la muerte de tal pareja. Es tan solo dejar el vínculo de amor para pasar con el tiempo a otro distinto como es el de la amistad.
Tenemos que preguntarnos: ¿qué es lo que se muere cuando una pareja se va? Muchos piensan que se muere el amor, otros creen que duele porque quien se fue amará a otro que no soy yo.
El dolor del duelo
El psicoanálisis considera que en las entrañas del duelo lo que encontramos cuando observamos la desgarradora tristeza de quien se quedo solo es a una persona que sufre porque dejó de ser lo más importante para aquel que se fue.
Paradójicamente el dolor del duelo es eso. Una vanidad inmensa que se desgarra porque ya no seremos Superman para ella, ni ella será la más linda y bella para él.
Sufrimos porque en el fondo queremos seguir siendo los idolatrados, los preferidos, queremos ser imprescindibles para él, y por cierto los mejores amantes para aquel que nos acompañó un trecho de nuestras vidas.
Por ello, el psicoanalista Igor Carusso escribió su célebre libro ‘La separación de los amantes. En él da cuenta de que lo único que impide la separación de los amantes es el terror de desaparecer en la memoria de quien se va, en otras palabras que no nos recuerde jamás.
Esta ansia de inmortalidad solo puede mejorarse de la siguiente manera:
* Aprendiendo desde la juventud, a aceptar que nuestra pareja no es propiedad de nosotros. Por más casados que estemos la pareja siempre tiene la potestad de determinar si es que ya le resulta insufrible seguir a nuestro lado.
* Aprender a vivir el duelo de la pérdida sin reacciones de violencia practicando la comprensión, la aceptación y la conformidad. Y siempre pensando que pueden ser amigos.
* Finalmente, refugiarse en los grupos de amistades. El apoyo que nos brindan los amigos y amigas en estas situaciones son invalorables.
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