Las flores y las hojas ejercen distintas acciones favorables para la piel: las flores de lavanda, por ejemplo, son calmantes; mientras que las hojas de romero y de menta son purificadoras.
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Las flores secas de manzanilla, por su parte, son antiinflamatorias y calmantes; las hojas de ciprés tienen la propiedad de cerrar los poros abiertos... Como se ve, hay muchas opciones para limpiar la piel de la forma más natural.
Elige las plantas secas más adecuadas para las características de tu piel y deposítalas en el fondo de un bol grande. Seguidamente, llena las 3/4 partes de la capacidad del recipiente con agua muy caliente.
Sitúa tu rostro encima del recipiente, a una distancia de aproximadamente 30 centímetros, y cubre tu cabeza y el bol con una toalla seca para concentrar la acción del vapor en la zona a tratar.
Mantente en esa posición durante unos 10 minutos, teniendo siempre cuidado de no quemarte con el vapor.
El calor abre los poros y deja que penetren las esencias volátiles de la flora, actuando con absoluta naturalidad.
Ha llegado el momento de secar la piel de la cara y el cuello con una toalla. Después, pasa un pedazo de algodón empapado con tónico. Tras este proceso, espera al menos una hora antes de salir a la calle.
Si no dispones de plantas naturales puedes sustituirlas por unas gotas de aceite esencial de la planta, flor o raíz que necesita tu piel. Puedes encontrarlo en tiendas de cosmética natural.
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