Tal vez sea la primera vez que escuchas este término porque siempre lo asocias con la economía; sin embargo, hace referencia a un estado en el que no somos capaces de expresar, comprender, compartir e incluso aceptar nuestras emociones.
En algunos casos puede manifestarse como apatía o indiferencia total a lo que ocurre alrededor de nosotros.
Algunos síntomas de una bancarrota emocional son: irritación por temas intrascendentes, explotar como consecuencia de reprimir emociones, cambios de humor sin explicación, cero aceptaciones a las emociones vividas y sentimientos de culpa.
Si sientes que estás experimentando alguna de estas emociones o todas, entonces es momento de generar acciones de cambio y trabajar en lograr un manejo emocional más asertivo y contar con apoyo profesional sería estupendo.
No tengas temor de pedir ayuda psicológica. Muchas veces es la mejor alternativa. Prioriza tu salud mental.