Hoy quiero hablar de las obsesiones:
Me llama poderosamente la atención como tiene tanta fuerza la mente y nos torturamos inútilmente con algo o alguien. A veces con nosotros mismos. Por ejemplo, por el cuerpo, por ser más joven. En definitiva, por ser alguien que no somos o lo que el espejo ya no devuelve y queremos volver a ser. Una batalla perdida desde mi punto de vista.
Hay personas que se obsesionan con las cirugías (son caminos de ida), un lunar con pelos, el peso, enfermedades disfuncionales como trastorno de la perspectiva, entre otras cosas. La tarea más compleja es ser aceptado por el propio juicio de valor, sin incorporar los juicios negativos que nos da lo ajeno.
Después están las obsesiones con el otro. Esos amores que son más una fijación o una necesidad enfermiza que amor. O el otro extremo: obsesionarse con el otro, odiándolo desmesuradamente, estar pendiente de lo que hace o deja de hacer, cuando ya te molesta la mera existencia del otro.
No conozco a nadie que pase por alto la fijación absoluta. Me haré cargo y confesaré un noviazgo enfermizo que a pesar de ser correspondido, me generaba tristeza en esos momentos de felicidad por el simple hecho de que no volverían a repetirse. Recuerdo estar en la plaza recostada sobre su pecho disfrutando el sol en aparente calma y estado “ zen “ y sin embargo mi cabeza me encerraba en laberintos oscuros donde me atormentaba la idea de que él era ajeno a mí, mezclado con el terror de que me abandone. En fin, la ruptura de ese noviazgo me llevó a terapia y pude identificar y resolver mis problemas. Desde entonces, ya no elijo relaciones tóxicas en ningún ámbito de mi vida.
Confesaré también que el año pasado me obsesioné tanto con no comer animales ni sus derivados (hace más de un año que me hice vegana de un día a otro) Adelgacé 8 kilos en un mes, tuve un brote de acné y se me caía el pelo hasta que di con un nutricionista vegano y me enseñó a comer. Estaba echa un esqueleto y no me daba cuenta.
Yo creo que toda, toda, absolutamente toda obsesión es destructiva como todos los extremos. No es más que falta de amor propio y todo es producto de nuestros miedos e inseguridades, carencias de afecto no resueltas, o proyecciones en el otro que no existen en la realidad.
Nos vemos el próximo lunes. Mira aquí todas mis columnas
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