En las mañanas la vemos al frente del programa ‘América hoy’ y en las noches interpretando a Perlita en la serie ‘Tu nombre y el mío’. Ella es Ethel Pozo, una mujer hogareña y trabajadora, que no cree en cábalas ni en amuletos, que condena la infidelidad y que no siente que la fama de su mamá (Gisela Valcárcel) sea una sombra en su carrera artística. Entre sus tantas actividades se dio un tiempo para hablar con Trome.
Ethel, llevas años en la conducción, ¿te sientes cómoda con esta profesión?
Arranqué en la conducción en 2017 y lo más difícil, sin duda alguna, ha sido el programa en vivo, América Hoy, porque dentro de los temas psicológicos o de coyuntura de espectáculos se me exige dar un punto de vista, representar a alguna persona que está viendo el programa. A mí no me gusta hablar de la gente, de su vida privada, eso ha sido un reto para mí. Por eso, mis comentarios se basan en mi experiencia personal.
¿Te ves fuera de cámaras?
Nunca me he visto en otro rubro porque desde chiquitita supe que me iba a dedicar a la televisión. Desde tercer grado de primaria sabía que iba a estudiar comunicaciones. Ahora que estoy como conductora y actriz, soy feliz. Me gusta el diseño y la arquitectura, pero nunca me hubiera dedicado a ello.
¿Tienes alguna cábala?
No creo en cábalas ni en amuletos. Siempre lo digo, creo en Dios y en el trabajo arduo y el entrenamiento. Creo que esas tres cosas hacen que me sienta confiada. Como actriz soy muy ordenada, puntual y me aprendo mis textos. Y como conductora me preparo para poder opinar sobre los temas que tratamos en el programa. Lo que sí tengo es una manía.
¿Cuál?
A donde vaya llevo mis tres termos: uno con agua, otro con té y el último con café. Es que siento que mi garganta se secará y eso me da nervios (risas).
¿Qué sientes al conducir América Hoy?
Es una responsabilidad muy grande.
¿Con quien tienes más química en el programa?
Me llevo bien con las dos. Tenemos un grupito muy especial y en él estamos comentando de todo, de lo que nos pasa como mujeres en el día a día, consejos. Hemos logrado tener una bonita amistad.
Con las dos entonces.
Sí, dependiendo de cada tema le pido un consejo a Janet (Barboza) o Brunella (Horna). Somos amigas fuera de cámaras y nos apoyamos muchísimo.
¿Qué sientes al escuchar ‘Mi mamá cocina mejor que la tuya’?
Me trae recuerdos bonitos. Fueron siete años ininterrumpidos de puras alegrías, de conocer a las mamás, a las protagonistas del formato.
¿Te gustaría que vuelva?
Siempre le digo al trabajo que sí, en cualquiera de sus formas. Me ilusiono con cada proyecto, más cuando conecta con mis emociones y me hace sentir bien. Así que a cualquier proyecto para el próximo año yo le voy a poner el 100 %, 120 %, el 150 %... lo que se necesite.
¿Cómo te sientes al interpretar a Perlita?
Estoy muy contenta de interpretarla, porque es un personaje que me permite estar de principio a fin en la novela. Perlita es una chica brillante, locuaz y creativa. La verdad es que me he enamorado del personaje. Cada vez que llega a un capítulo nuevo ya quiero saber qué aventuras le esperan.
¿En algo te pareces a ella?
Pues no. Por ejemplo, Perlita está obsesionada con un hombre que yo, como Ethel, ni miraría. Además, es capaz de pasar encima de cualquiera con tal de que su amiga Estrella brille. Eso no comparto con ella.
Entonces, es distinta a ti.
Solo nos podríamos parecer en ser una fiel compañera. Que el personaje sea totalmente distinto a uno nos permite aprender muchísimo.
En una producción futura, ¿qué papel te gustaría interpretar?
Quizá me gustaría hacer de una villana radical. Hace mucho tiempo aprendí que los personajes te encuentran, no es que tú los busques, llegan en el momento preciso.
Hay críticas a tu actuación...
A mí me gusta que las cosas que hago funcionen, y trabajo duro para que se logre.
¿Con quien te gustaría tomar un café?
Con Daniel Habif (conferencista mexicano) y su esposa.
¿Qué es lo primero que haces en las mañanas?
Levantar a mis hijas.
Tus cualidades son...
Soy leal, honesta, trabajadora y me gusta resolver problemas... y soy mamá gallina (risas).
Y tus defectos...
Soy muy apurada, siento que me falta el tiempo ja, ja, ja.
¿Qué significa para ti tu familia?
Es todo para mí. Desde pequeña soñé tener a mi familia junta.
¿Prefieres zapatillas o tacones?
Zapatillas, me incomodan los tacos.
¿Cuál es el sueño que aún te falta cumplir en la vida?
Ver a mis hijas profesionales y convertidas en mujeres felices. En lo personal, sueño con dedicarme por mucho tiempo al teatro y a disfrutar cada rol que me traiga la vida.
¿Es difícil tener una madre tan famosa (Gisela Valcárcel)?
No, para nada. Desde pequeñita la vi en el rol de mamá.
¿Crees que por eso te restan talento?
No, tampoco. Son dos o tres personas que públicamente mencionan ese discurso, pero no es la realidad. No estamos fijándonos en lo que dicen los detractores, y al final, siempre va a ser publicidad.
¿Qué le dirías a tu yo cuando tenía 15 años?
Le diría que tenemos dos hijas maravillosas, que encontramos al hombre ideal, que la vida es muy bonita y que aún tenemos muchas aventuras por vivir.
¿El hombre ideal?
Hablé del compañero ideal porque a los 15 ya sufría por amor (risas). A los 15 años estaba destrozada por mi primer amor, sufría muchísimo, sentía que el mundo se acababa para mí. Lo único malo es que va a tener que esperar hasta los 40 años para conocerlo (risas).
¿Dónde serían tu vacaciones ideales?
España, amo su cultura, la comida, los horarios, su gente y su paisaje. También un lugar donde haya mucha nieve.
¿Has hecho alguna locura por amor?
No he hecho ninguna locura de amor, me gusta que hagan locuras por mí ja, ja, ja.
¿Qué opinas de la infidelidad? ¿La perdonarías?
Desde jovencita rechazo la infidelidad, es condenable. Uno no tiene una bola mágica para saber qué pasará en el futuro, para saber si amarás a la misma persona por el resto de tu vida. Sería lindo, pero en la práctica no se da en la mayoría de los casos. Siento que cuando dejas de amar a la persona a la cual le has prometido fidelidad, uno debe de ser sincero y decirlo.
Somos seres humanos...
Claro, es humano dejar de amar, para mí es algo natural. Las razones son varias y ese es otro tema. Pero lo que no llego aún, a mis 43 años, a entender es por qué ser infiel. Porque no terminar esa relación y empezar con otra.
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