El cómico José Luis Cachay contó algunas experiencias y anécdotas que vivió en sus 46 años de vida artística, como cuando era perseguido por la Policía al hacer reír al público en la calle, su amistad con Santos Collantes Rojas, mejor conocido como ‘Tripita’, y su historia con su esposa Janet.
Como se sabe, Cachay tiene 63 años, nació en Chiclayo y viene de una familia de veinte hermanos. Antes de dedicarse a la comicidad sirvió en el Ejército de nuestro país.
“A los 17 años serví voluntariamente a mi patria. Fui combatiente del ‘Falso Paquisha’, en la guerra Perú-Ecuador, en el 78 o 79″, recordó el cómico.
¿Y en qué momento se inclina por la comicidad?
Luego de combatir llegué a Lima para ver si incursionaba en el mundo del arte porque siempre me gustó. Cantaba en las actuaciones del colegio y ya hacía ruedos en los mercados para ganarme mi platita. Cuando llegué me pintaba la cara de payasito y vendía turrones en el mercado, chocolates y hasta productos naturales de medicina alternativa como uña de gato y plantas. Poco a poco fui acercándome a la plaza Guadalupe, al frente del Palacio de Justicia, allí se hacía comedia.
¿Recuerda cuánto fue su primer sueldo?
Creo que 18 soles en el mercado de Tuman, allí hice mi platita haciendo reír al público. Lo primero que hice fue ir a ‘la cachina’ para comprarme un vestido, una peluca y el resto (de dinero) para mi madre, para la alimentación porque éramos muchos hermanos.
¿Su familia también se dedicó al arte?
Vengo de una familia de artistas, tengo un primo que se parece mucho a mí y es un excelente bailarín, y mi papá fue cantante de orquesta. A mí me gustaban tres cosas en la vida: la comedia, quería ser policía y era un comerciante recontra bueno. Soy una persona muy hábil, siempre me gusta aprender y así he ido evolucionando.
Es uno de los cómicos más queridos en nuestro país...
Y siempre estoy agradecido, yo soy de la generación antigua, de ‘Tripita’, ‘Loncherita’, Willy Hurtado, ‘Pajarito’ Silva. Por decir, Kike Suero en mis tiempos era la nueva generación.
¿Hizo grandes amigos?
El que me dio la mano y me llevó a todos los escenarios fue ‘Tripita’, una extraordinaria persona. Él ayudaba a todos los provincianos, les daba escuela e hicimos muchas giras juntos.
¿Recuerda alguna anécdota?
Hace muchos años nos fuimos de gira a Ica, éramos cinco cómicos, Manolo Rojas, ‘Tripita’, Willy Hurtado, otro comediante más y yo. Recuerdo que nos pusimos a tomar luego de trabajar y en la borrachera comenzamos a discutir. ‘Tripa’ le quiso pegar a Willy, yo saqué al fresco a ‘Tripa’, Manolo se me prendió, pero al otro día amanecimos abrazados y nos fuimos a comer cebiche.
¿Otra más?
Estábamos de gira por Puno y a Manolo y ‘Tripa’ los agarra la Policía, estaban detenidos y, como tenía facilidad de palabra, fui a la comisaría en terno y corbata, leí un artículo de los derechos humanos y me hice pasar como abogado. Le dije a los tres policías que era el doctor Cachay, que las personas estaban injustamente detenidas y que los iba a denunciar ante la Fiscalía; se asustaron y los dejaron libres. Antes éramos perseguidos como choros o ladrones, nos corríamos, nos detenían por hacer teatro en la calle.
¿Cuántas veces se escapó de la Policía?
Muchas. Hasta estuve detenido en Ecuador, Chile, Argentina y Colombia por hacer comedia.
¿Y cómo hacía para que lo dejen libre en el extranjero?
Siempre me defendí con mi arte de hablar. Me detenían de un día para otro, pero una vez en Guayaquil me mandaron a una cárcel, donde estuve quince días, me pusieron junto a delincuentes, asesinos, matones, pero yo me mostraba tranquilo. Recuerdo que un colombiano me dijo ‘vaya sacando los tenis’ y lo trabajé con mi acento colombiano, le dije ‘yo soy caleño, marica’. Al final me dijo ‘tranquilo, parcero’. Comencé a hacer reír a la gente, pasábamos la gorra y me dieron hasta colchón y comida gratis. Ahora la comedia está mejor porque los cómicos de la calle llegaron a la televisión y la gente los valora.
En sus shows se vacila a sí mismo...
Yo siempre vendo el personaje de feo, pero no me acomplejo.
¿Tenía jale con las chicas?
La comedia me ha dado una familia, una esposa y dos hijos maravillosos. Ufff, feito, pero con suerte para las mujeres. No me quejo, me ha ido superbién.
¿Cómo conoció a su esposa?
La conocí cuando fui a trabajar a un barrio por la 17 en Guayaquil, ella vivía a la vuelta, su mamá tenía una tienda, así nos conocimos. Ya tenemos 27 años juntos y una bonita familia.
¿Actualmente cómo le está yendo en el trabajo?
Bien, siempre trabajando y ahora que todo es redes sociales, recién me estoy sumergiendo para explotar mis personajes, hacer contenido. Ya me compré mi celular y comenzaré a dar humor a la gente en las redes. Lo que sí me gustaría es decirle a los alcaldes que abran anfiteatros porque hasta ahora no dejan trabajar a los cómicos. La risa es terapia, es salud.
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