Esta historia se inició hace muchos años, cuando no existían los celulares, tampoco las páginas web. La reportera transitaba las calles, buscaba la noticia y sus zapatos se llenaban de polvo. Esto comenzó mirando cara a cara el peligro y ella siempre lista para la información.
Rosana Cueva, todos los domingos, se sienta en nuestra mesa, recorre la sala y hasta visita la cocina. La periodista, que ya es un clásico en el hogar, repasa su vida como comunicadora, donde el riesgo y la noticia casi siempre fueron de la mano.
En un ‘paro armado’, en un cuartel de Uchiza, los terroristas disparaban.
Los militares me dieron una granada.
Me dijeron: ‘Si pasa algo, sería bueno que la tenga para defenderse’.
Con mi camarógrafo nos perdimos en la sierra ayacuchana y un teniente nos dio una habitación y, echada en el colchón, escuchaba cómo se movían un montón de pericotes.
El Servicio de Inteligencia siempre nos seguía, sabía por dónde nos movíamos y en casa contratamos una señora para que nos ayude y la ‘bautizaron’.
Llamaron al fijo y le gritaron: ‘Perra de m... vas a morir’.
Una vez un militar me timbró: ‘Solo dame la pauta del programa que va a salir’ y obviamente lo ignoré.
Un tal ‘Che Carlitos’, asaltante de bancos, era el terror del país y pidió hablar conmigo…
Claro y cuando lo traté era un tipo regio, gentleman.
El reo ‘Caracol’, quien me solicitó una nota y la iba a hacer, pero lo trasladaron fuera de Lima.
Carlos Timaná, que se escapó de Lurigancho. Leí sus cartas y tiene una pluma exquisita.
Sí, porque en un reportaje tocaba algún familiar de un conocido.
No se puede ser amigo del personaje.
Si te saluda con amabilidad es porque reconoce tu trabajo periodístico, no porque sea tu íntimo.
Imposible.
Hubo un tiempo que elegían solo caras bonitas y hoy llegan colegas con mucha capacidad.
Todo tiene un proceso y hay que aspirar a otras cosas, pero no me gusta cuando están dos años en la calle ya desean sentarse en el set.
Espíritu de periodista y no de figureti.
Exigente, pesada y también engrío.
En realidad, los chicos que trabajan conmigo son como mis hijos. Y como toda madre, los corrijo y aliento.
Sí y conocen mi casa. El ‘Día del Periodista’ lo celebramos en mi hogar.
Periodismo de investigación serio.
Desde el viernes hasta el domingo, prácticamente solo pienso en el programa, pero cuando hay que salir lo hago.
Puede ser a un karaoke.
Los de Pandora.
Un desastre, pero ya perdí la vergüenza. Aunque todos aseguran que doy un solo paso.
Mi generación vivió el ‘shock económico’, antes la súper inflación, terrorismo y ahora esta pandemia.
Mi Facebook es para mis amistades. El Twitter para información y en el Instagram aún no he subido nada.
Muchas veces sirven para descargar iras y frustraciones.
Y para responder hay que dedicar varias horas de tu vida y yo no estoy para eso.
Que pensábamos que teníamos una economía de otro planeta y no es así.
Un abrazo a los seguidores del Trome, uno de los cinco diarios que siempre llegan a mi casa.
Nos quedamos con ese ‘Uyuyuy’ para la central’ con que nos respondió cuando pedimos entrevistarla.Tajante a la hora de preguntar, divertida para responder. Cuánta razón tiene la afirmación de Mahatma Gandhi: “Llamar a las mujeres el sexo débil es una calumnia. Es la injusticia del varón hacia las damas”.
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