Magaly Medina se lanza a otra aventura televisiva para hablarle a la mujer de hoy con ‘La purita verdad’. En esta entrevista nos cuenta que como madre y esposa tiene mucha experiencia que compartir, pero aclara que no será una ‘Utilísima’, porque es un ama de casa imperfecta que espera llegar a viejita, tomada de la mano de su esposo Alfredo Zambrano.
Vas a iniciar un nuevo programa enfocado en noticias, parte social, crónicas...
‘La purita verdad’ es un programa que irá después del noticiero de 9 a 11 de la mañana (saldría este 5 de marzo) y que está dedicado a las mujeres a partir de los 25 años para adelante. Hablaremos de todo lo que a las mujeres nos preocupa, gusta, molesta... Le hablaré a la mujer moderna, de hoy, y con mi estilo, porque no solo soy una mujer que trabaja, también dirijo una casa, crie un hijo, tengo un marido.
¿Serás una ‘Utilísima’?
Para nada, si a mí hasta se me quema el agua todavía. No soy un ama de casa perfecta ni modosita, pero tengo una gran mochila como experiencia de vida y sé cocinar algunas cosas.
¿Por qué ‘La purita verdad’?
Porque la gente sabe y percibe que lo que les estoy diciendo es cierto. Yo quería ‘La verdad de la milanesa’, pero a la producción le gustó el primer nombre, así que vamos a ver cómo nos va este año.
Dices que no eres un ama de casa modosita, ¿quién lleva los pantalones en tu casa, tu esposo o tú?
(Ríe) Creo que en el mundo de hoy la cosa es más equitativa. Antes era el hombre el que llevaba los pantalones y luego la mujer se quiso empoderar y dijo: Acá la que lleva los pantalones, soy yo. En mi caso, nadie se dispara por su lado para tomar decisiones, sobre todo las importantes. Sobre la dieta del día decido yo de manera dictatorial, pero si pensamos comprar una nueva casa o dónde vamos a pasar las vacaciones de fin de año, lo hablamos y vemos cuánto de plata vamos a gastar.
¿Van mitad y mitad?
No. Mi esposo en eso es muy machista. A él lo criaron diciendo que el hombre es el que mantiene su casa y yo lo dejo sentir que me mantiene porque eso lo hace feliz, son cosas en las que ya hemos encontrado cierto equilibrio.
Ya tienen siete años juntos, aunque comentan que este año es el de la crisis matrimonial.
Sí, y según eso, ya deberíamos habernos dicho chau, pero creo que el matrimonio nos hizo muy bien a los dos. Encontramos el equilibrio que no teníamos cuando éramos novios, porque ambos estábamos luchando diciendo: ‘Tú no me dirijas, yo pago la cuenta, tú no...’. Hay que ceder.
Un gran paso, si se desea llegar a viejitos de la mano...
Claro. Nosotros no tenemos hijos, cada uno los tiene por su lado y lo que hacemos es disfrutar lo que hemos ganado con los años.
¿Cómo es la relación con sus hijos, se llevan bien?
Sí, no viven con nosotros. Nos visitan los domingos en la casa.
Dices que no eres una ama de casa perfecta, ¿qué te falta?
Cocinar mejor... y estar más tiempo en mi casa, a mí me faltan patitas para salir por lo mismo que he trabajado siempre.
Pero has dicho que te defiendes con tu ají de gallina.
Pero me gustaría aprender más. Hace como un año le pagué a Frances Crousillat (esposa de Nicolás Lúcar) por unas clases de cocina y nunca fui porque siempre tengo un pretexto.
¿Tu esposo en algún momento te dijo: ‘No me gustó’?
No, él come y siempre me dice: ‘Está rico’.
Te ama, ah...
(Ríe) ¡Sí! Es igual que mi papá, que cuando era chica le preparé un frijol colado y me salió una cosa espantosa y se lo comió.
¿Qué tiempo compartes con tu esposo? ¿En las noches?
Tenemos por norma almorzar juntos de 1 a 3 de la tarde y, si eso no pasa por sus reuniones o las mías, nos vemos en la noche.
En estos siete años, seguro tuvieron sus altibajos, ¿sientes que ya son un matrimonio consolidado?
Es una relación que va creciendo cada día porque la convivencia es una cosa difícil y hay que ponerle un poco de chispa, porque levantarte con la misma persona todos los días, hacer lo mismo, acostarte a la misma hora, tener tu hora de ver Nexflix, a la larga se vuelve aburrido.
¿Qué haces para avivar la pasión?
Salimos los fines de semana, nos escapamos a algún lugar, viajamos o me alisto y le digo: ‘Amor, invítame a cenar a un lugar bonito’, así me esté muriendo de sueño y al otro día me saque la mugre en el gimnasio.
¿Lo has mandado a dormir al mueble?
Él generalmente duerme conmigo en la misma cama, pero bien a la esquina, se va a su rincón ja, ja, ja... pero no nos dura mucho porque al día siguiente me escribe y me dice: ‘Mi amor, qué vamos a almorzar...’. ¡Ya qué quieres que le diga! Mira, lo único que me saca de quicio es preparar este nuevo programa y que las cosas no salgan bien. Mi marido ya no me saca de quicio (ríe).
¿Esa intensidad que tienes en el trabajo, también la llevas al hogar? ¿Es difícil vivir contigo?
Creo que tengo mis locuras y a mi marido le gustan. Él sabe que soy loca y sabe lo que me puede enojar, como yo lo sé de él, entonces para qué le buscas tres pies al gato. No busques porque sino me encuentras, y no me quieres encontrar.
¿La sombra de la infidelidad se asomó en estos siete años?
Esos comentarios fueron cuando yo no estaba con él. La última vez que nos separamos fue por 8 meses, él hizo su vida y yo la mía. Nunca pregunté qué fue de su vida y tampoco preguntó qué hice de la mía.
Tu comadre (Gisela), en la presentación de su nuevo programa, hizo un monólogo y dijo que su fuerte era el ají de gallina, pero que vino otra con pachamanca incluida y la dejó sin marido...
Pero no es lo mismo que te arrebaten la receta del ají de gallina, que yo se la presto a todo el mundo, que el marido, porque a mí sí me interesa que me roben el marido, en eso nos diferenciamos ella y yo. A mí, róbame lo que quieras, menos el marido, ja, ja, ja.
Por eso hay que cuidarlo...
Claro, pues siempre hay alguien por ahí y mejor que no esté expuesto a la tentación.
¿Y cómo se hace?
Todavía no lo sé, voy aprendiendo. Confío en mi marido y él en mí, si eso se quiebra, habremos desecho todo por lo que nos unimos.
¿Entonces, no duermes con un ojo abierto y el otro cerrado?
No, lo que pasa es que yo soy mosca...
Comparte tus tips.
Espera, en el programa voy a dar los malosos y los que he aprendido.
¿Es cierto que cuando hueles otro perfume en su camisa, hay problemas en el paraíso?
No sé, nunca me ha pasado eso ni lo del lápiz labial. Además, mi marido usa un perfume tan rico que a la distancia lo huelo, ja, ja, ja.