Caminar por ‘La Pampa’ de ‘Chacaritas’, en el Callao, es encontrarse con chicos jugando pistazo, palomillas observando de una esquina y también ubicar a Roberto Valenzuela, futbolista profesional en los años 90 e hijo ilustre del barrio.
Yo camino por todo Lima y visito los entrenamientos.
Hasta los que menos esperas.
Me aparecí en la Videna y Juan Carlos Oblitas, Ricardo Gareca y su cuerpo técnico se apuntaron.
Un total de 5 y les avisó a sus compañeros que colaboren.
Edwin Oviedo, que solo se quedó con 2 cajas.
‘Ñol’ Solano con una.
Juan Jayo Legario
Tiempo pasado.
Él estaba en Alianza y yo en Alcides Vigo. Me pisó la mano y me gritó: ‘Muerto de hambre’.
Cuando estuve en Unión Huaral nos enfrentamos y le metí un codazo en la garganta y desde el suelo se quejaba: ‘Ratero, drogadicto, muerto de hambre’.
Antes de cada partido, le decía al árbitro: ‘Déjamelo, que lo voy a dormir’ y me daba luz verde. ‘Ya, pero sin escándalo’, me decían.
Es que lo odiaban, porque también los trataba igual.
Un día lo encontré en la Vidú cuando ya estábamos retirados.
Fue a ver a su hijo que está en Alianza y en un clásico.
Me dijo que ya deberíamos parar con eso.
Fue mi mejor día de chamba.
Hasta el taxi a mi zona.
Ninguna. Canceló completa la mercadería, pero ninguna chapó.
El gran Pedrito Ruiz.
Un jueves empezó el partido de práctica y él sentado al costado del campo.
Se pidió un periódico, ya íbamos jugando como 4 horas y le íbamos a pedir que pare y nos dimos cuenta que estaba seco, bien dormido.
El único que en 15 días de trabajo ya tenía auto del año.
Todos pasamos por caja.
Teníamos que darle un porcentaje de nuestro sobre. Ibas al banco y cuando salías de la agencia escuchabas: ‘Oiga, oiga’, para que le pases la plata.
‘Cuto’ Guadalupe. Me ha llevado a trabajar, exige puntualidad.
Volvíamos de entrenar con una selección juvenil y cuando llegamos al paradero, el cobrador vio que bajamos y gritó: ‘Bajó el gorila’.
Se arrancó. Días después lo encontramos.
En el bus, Lucho le repetía: ‘Va a bajar el gorila’.
Mi compadre a punta de ‘tabazos’ lo levantaba y yo quería quedarme con su canguro lleno de billete.
No, mi causa nunca permitió que haga eso.
Un día paseaba por Matute, estaba bajo de fichas y crucé la puerta.
Reimond Manco me pidió 13. Carlos Ascues también el mismo número y me entregó 100 dólares. No tenía cambio y me agregó 80 soles para mi pasaje.
Mi esposa se llama Paola. Ella prepara los dulces, camina conmigo. Si aparecía antes en mi vida, te juro que tendría mis ahorros.
A ustedes, que siempre entrevistan a los que pasaron por el fútbol. Ahora soy técnico y los chicos deben saber que los errores que cometí no te llevan a ningún lado.
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