El teléfono suena una, dos, tres veces y, a la cuarta, se escucha la voz del exjugador y capitán de uno de los clubes más importantes del país, pero también de un gran conquistador, qué duda cabe. “¿Qué pasa?, ¿por qué me llamas?”, dice y suelta una gran risa. Roberto Martínez tiene una vida de futbolista, campeón muchas veces con Universitario, y también otra en la farándula limeña. De la primera va esta conversación.
‘Vitito’ Reyes.
Tiene una moral a prueba de balas.
Siempre.
Pero aclaremos algo.
Que todas fueron de 3 puntos para abajo y casi siempre entrando a base 5.
Y además, si hubiera vivido en el viejo oeste, lo mataban rápido.
En una reunión nunca lo vi ‘disparar’.
‘Chemo’ del Solar. Si lo llevas en tu auto, no pone para la gasolina. Jugaba en el extranjero y nunca trajo algo de regalo.
El ‘chato’ Osvaldo Araujo. Hicimos un partido de práctica con Defensor Lima y le pegó a un argentino, Jorge Ceballos, y después a un arquero llamado Enrique Vega Centeno.
Es un tipazo, fuera de serie, pero si lo buscas le sale su barrio de El Agustino.
Cuando concentrábamos en el Sheraton, el piso de la habitación lo llenaba, tipo una laguna, y cuando lo corregía, me respondía: ‘¿Tú lo vas a limpiar?’.
Sí. Cuando el presidente de ellos era Agustín Merino, me citó en su oficina frente al Hospital Rebagliati.
Yo jugaba en San Agustín y mi sueño era regresar a Universitario.
Sí, pero no la pensaba aceptar. La verdad, solo fui a agradecerle por el interés mostrado en mí.
Es que llegué y era una funeraria. Entonces me dio miedo el lugar y me regresé a mi casa. Nunca más volví.
A mí el San Agustín me debía 3 meses, yo pedí mi libertad y nos fuimos a juicio.
En pleno juicio, los directivos cremas llegaron a un arreglo con el padre Cesareo Fernández, el que manejaba a los ‘canarios’.
Ellos me dejaban en libertad y la ‘U’ los hacía jugar de preliminar en sus partidos y les daban el 10 por ciento de la taquilla.
Nunca de manera oficial. Creo que el ‘Ciego’ Oblitas me llamó, pero no fue una propuesta formal y yo no iba a salirme de la ‘U’ para ir a La Victoria o el Rímac. Eso lo tenía claro.
No, solo me comentó Jorge (Nicolini) que pensaba traerlo y cada vez que lo veía me decía que estaba cerca.
Por supuesto. Además, con su llegada se mejoró el sueldo de todos.
Se habló tanto de lo que iba a ganar, que los que andaban con poco sueldo reclamaban y era normal. Entonces se conversó para que se equiparen a los que andaban bajos y así todos estaban felices.
Acá hablan de las salidas de Jean Deza, Carlos Ascues y te lo digo clarito: en el barrio de Palomino, en la casa de los Loyola, eran los verdaderos tonos.
Allí aprendí todo y fue en ese lugar donde se juntaron los futbolistas con las chicas del vóley.
Conocí a la ‘China’ Rosa García.
El ‘Puma’, porque baila peor que yo.
Gracias a ustedes, yo vivo en Chiclayo y acá la cosa está dura, pero hay que cuidarse. Un abrazo a tus lectores.
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