Luis Alberto Guadalupe Rivadeneyra (Chincha Baja, Tambo de Mora, Cruz Verde, 3 de abril de 1976), ‘Cuto’ para todos, es de los personajes más queridos del fútbol peruano. Seas del equipo que seas, ‘Cuto’ Guadalupe siempre cae y cayó bien a donde fue (Grecia, Argentina, Bélgica y más países). Y tiene muchas historias que contar. Varias nos las cuenta todos los viernes en Trome.pe. Aquí, la de esta semana:
A Juan Reynoso lo conocí cuando yo era un morenito de 16 abriles. Era 1993 y estaban de moda canciones techno como ‘Casa Blanca’ de Jessica Jay, ‘Be my lover’ de La Bouche, ‘Coco Jambo’ de Mr. President, o ‘No Coke’ de Dr. Alban. Yo fui, soy y seré salsero, pero en mis épocas de adolescente estaba al día con todo tipo de música. Por cierto, aún no me subían al primer equipo del Club Universitario de Deportes.
Fue en ese año que se dio la contratación que remeció los corazones de los ‘compadres’. Juan dejaba Alianza Lima, donde era símbolo, líder, un ‘potrillo’ sobreviviente. Y pasó algo que revolucionó el fútbol peruano en ese entonces: fichó por la crema, por el eterno rival, y se volvió campeón.
No exagero, fue el pase bomba. Algo así como cuando el portugués Luis Figo dejó Barcelona para irse al Real Madrid. Por varias semanas se comentó a todo nivel su contratación en los medios. En diarios, revistas, radios y televisión estaba servido el debate entre dos fuerzas: el hinchaje o el profesionalismo del futbolista peruano.
En esa época no había Internet ni redes sociales. Si no, el cambio de equipo de Juan Reynoso se hubiera viralizado hasta en la China. En 1993 ganó el título nacional con la ‘U’ y al año siguiente emigró a Cruz Azul de México. Yo debuté en el 95 y no pude jugar a su lado en clubes.
Desde que lo vi en el estadio ‘Lolo Fernández’ me pareció un tipo con mucha personalidad. Y ni hablar de su talento. Tremendo jamón que haya salido campeón como técnico de Cruz Azul.
Todos saben que él es serio, muy profesional, y centrado, pero también sabe divertirse. Compartimos vestuario en la selección y lo recibí en mi hogar, en La Perla, donde ahora funciona mi restaurante ‘Cuto 16’. Recuerdo que lo invité a comer carapulcra con sopa seca, la especialidad de la casa. Llegó con Percy Olivares y ‘Ñol’ Solano.
JUAN REYNOSO Y LOS PREMIOS DE LA SELECCIÓN
Ahí comprobé que Reynoso es salsero, le encanta los temas de Gilberto Santa Rosa y El Gran Combo de Puerto Rico. En otras ocasiones nos juntábamos en la casa de Percy, que tenía prácticamente una orquesta en su sala, instrumentos, parlantes, todo. Con Flavio Maestri y Manuel Marengo nos poníamos a tocar y la pasábamos bacán, Eran nuestros momentos de relajo en los días libres.
En la bicolor, Juan siempre ha sido respetado, un líder positivo. Peleaba los premios para todos por igual y sin diferencias, un gran detalle. Y no solo era para los futbolistas convocados, nada que ver, sino también para la gente que trabajaba para el equipo: cocinera, limpieza, lavandería y otros. De eso me acuerdo clarito.
“PARECE FRÍO, PERO NO ES DE PIEDRA”
Parece que fuera frío, pero el hombre no es de piedra. Lo he visto llorar como un niño. Frágil, destruido, tan débil como una hoja seca que se la lleva el viento. Era la Copa América de Paraguay 1999. Enfrentamos a México, nos fuimos a penales y fuimos eliminados. Reynoso falló su disparo. Lloró amargamente por su error, desde el campo hasta el vestuario. El técnico Juan Carlos Oblitas y todo el grupo lo respaldó, a estas alturas ya deben saber por qué. Un buen líder se gana el apoyo en las buenas y en las malas.
Es que los penales son así. Han fallado Maradona, Messi, Cristiano Ronaldo, Neymar, Ronaldinho, Luis Suárez… ¿Acaso no podía fallar Juan?
Los años van y vienen. Crecí y me convertí en un ‘peso pesado’. Capitán en Universitario de Deportes, Juan Aurich, León de Huánuco, Real Garcilaso, César Vallejo de Trujillo y otros. Él se convirtió en técnico.
Asumió como DT de Bolognesi y le fue muy bien, pero recuerdo que en 2008 jugaba en el ‘Ciclón’ y estábamos desahuciados, camino a la ‘B’, teníamos que ganarlo todo y nos tocó enfrentar al cuadro de Reynoso. Le dimos duro y salvamos la categoría. En esos tiempos yo jugaba ‘poseído’, con ‘haaaambre’. Luego él se puso el buzo de Universitario y yo pasé al León y le volví a ganar. Nuestra relación era de mucho respeto, eso sí.
Lo curioso y mi gran duda llegó en 2011. El Club Juan Aurich me llamó para volver a Chiclayo. Fue una negociación dura por cómo había salido y tenía una buena propuesta para renovar con León de Huánuco. Antes de llegar a un acuerdo con la directiva pregunté si el entrenador Juan Reynoso me había pedido y dijeron que sí. Con esa venia cerramos el acuerdo.
VINE Y SE FUE
Viajé a la ‘Capital de la amistad’ y coincidimos en el mismo vuelo con el ‘Cabezón’, hasta nos sentamos en la misma fila. Nos saludamos, intercambiamos algunas palabras y después se puso a leer un libro. Llegamos y nos hospedamos en el mismo hotel donde ya estaba concentrado el equipo para hacer pretemporada. Nos cruzamos en el ascensor y ahí lo vi más serio. Después de que estampé mi firma, fui al comedor para cenar con el resto de los jugadores donde ya estaban Tejada, el finadito Ciciliano, Penny, entre otros.
Yo ya estaba compenetrado con el grupo, haciendo bromas y fastidiando, cuando nos llegó el rumor de que Reynoso había renunciado. La noticia me cayó como agua helada.
Luego entró el jefe de equipo: “Señores, el profesor Reynoso pide permiso para entrar y despedirse”. Un silencio total invadió la sala. Una voz se escuchó fuerte y rompió la tensión. “¡Que se vaya ese c… de su m… de una vez…!”. Me paré y lo cuadré: “¿Cuál es tu problema? El hombre quiere despedirse, está siendo respetuoso y pidiendo permiso”.
Juan ingresó, habló y dijo adiós.
NO SOY NOSTRADAMUS, PERO...
Me di cuenta de que su relación con el grupo estaba desgastada. Ese mismo día regresé a Lima por asuntos familiares y otra vez coincidimos en el avión. No saludamos con mucho respeto y nos despedimos. Sinceramente, no sé por qué renunció. Quizá por la dirigencia que me contrató o ya no veía futuro en el equipo. Luego llegó el colombiano Diego Umaña y salimos campeones.
Lo cierto es que no me cansaré en felicitar al ‘Cabezón’, un hombre entregado a su profesión, se lo tiene bien merecido. Tremendo jamón, el haber campeonado en Cruz Azul como jugador y entrenador. No soy Nostradamus, ni leo las cartas o las hojas de coca, pero les aseguro que el próximo técnico de la selección peruana será Juan Reynoso. Eso lo firmo. Nos vemos el otro viernes, siempre en Trome.pe, voy a llevar un delivery de Cuto 16.
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