El que persevera, alcanza. Kylian Mbappé se viene robando los reflectores de la Champions League y el fútbol mundial, pero esto es solo parte de su destino por el cual luchó. El jugador que acaba de ‘destruir’ al Barcelona con un triplete para PSG, tuvo una infancia dura y pocos le auguraban un futuro prometedor. Su historia es un ejemplo de crecimiento para todos los futbolistas.
Kylian Mbappé se crió en Bondy, uno de los suburbios franceses más alejados de las bellezas que rodean al país ‘galo’. El lugar se sitúa a 10 kilómetros de París y su principal característica son edificios y casas en mal estado, pero hay más: está rodeado de violencia.
Cuando el pequeño Kylian salía a jugar con su balón se topaba con gente francesa o inmigrante que se dedicaba a la delincuencia. Había disparos, robos, asesinatos y según medios, hasta se planeaban allí atentados terroristas para el resto de Europa.
Por ello, cada vez que Mbappé salía a entretenerse o ya jugaba al fútbol en las canchas del lugar, su padre Wilfred lo vigilaba. Además, tanto él como su esposa Fayza Lamari, de origen argelino, decidieron que su hijo tenga muy pocos amigos y le controlaron con quien conversaba para evitar relaciones negativas.
Cuando el brillo futbolístico del delantero empezó a hacerse notar, el primer club en disfrutarlo fue el A. S. Bondy. “Era el mejor niño que entrenaba. Probablemente siempre será el mejor que haya entrenado. Lo hacía todo rápido y todo bien”, contó a The New York Times, Antonio Riccardi el primer entrenador de Bondy que trabajó con Mbappé.
Tras pasar por el AS Bondy, Kylian Mbappé se mudo a El Principado para las categorías inferiores del AS Monaco. A partir de allí su ascenso fue meteórico y pasó luego al PSG, equipo del que pronto dará el salto al Real Madrid.
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