Apostado en su casa, Julio César Uribe disfrutó el Perú-Colombia de 1981 de una manera muy particular. A pesar de los años, volvió a recibir elogios de amigos y colegas. El ‘Diamante’ se emociona y sigue brillando como en sus mejores tiempos.
Debimos haberlo goleado, todo lo hicimos muy bien. Tenían que agarrarme a patadas para pararme.
Pudo haber sido mi mejor gol de la historia. Por inspiración individual, la manera de donde parto, llevo de derecha e izquierda y defino bien por encima del arquero Zape. No sé de dónde aparece (Francisco) Maturana y la saca.
Con todo respeto, había limpiado toda la cancha de derecha a izquierda verticalizando.
Antes la hice con Junior (Colombia), partí por izquierda, freno, hago la elástica, sale el central, le hago un túnel ante la salida del arquero y gol.
Tuve ocho remates al arco y colaboré en la expulsión del colombiano.
Cambiaba de sistema solo para tenerlo. No lo dudes. ¡Cómo jugaba ese zambito!
El equipo defendía bien, pero se preocupaba en atacar, tenía la mejor propuesta ofensiva. Jugaba igual de visita como de local. Iba al frente en cualquier cancha.
Estaba en un gran momento, pero el más sobresaliente fue en las Eliminatorias para México 86. Venía de jugar en Europa y estaba más completo, con más experiencia.
Recuerdo que previo al partido mis compañeros estaban serios en la mesa y me pongo a cantar, les dije: ‘Muchachos, juguemos tranquilos, vamos a divertirnos’.
Tuvimos un equipo extraordinario por las Eliminatorias y lo que se hizo previo al Mundial.
Hay muy buenas, pero no quiero problemas ja, ja, ja.
Las opiniones hay que respetarlas. Mi interpretación es que estando los dos (Uribe y Cubillas), debió servir para potenciarnos y no dividirnos. Teniendo tanto talento, fracasamos. No hubo manejo de la idea. Desafortunadamente, faltó liderazgo.
Tenía una relación muy cordial y correcta, de mucho respeto.
Siempre decía: ‘Vamos a hacer fútbol’. Nos ponía la pizarrita en la parte ofensiva. Todo sencillo. La teoría la teníamos que llevar a la práctica.
Claro. Me acuerdo que cuando llegué a Italia me puse a cantar y el técnico me dijo: ‘Acá no estás en tu tierra’ y no cante más ja, ja, ja. Yo soy muy alegre y la música es parte de mi vida.
Salsero, pero cuando escuchaba las criollas del ‘Zambo’ Cavero, Óscar Áviles o Lucila Campos, me transformaba. Se me eriza la piel con el ‘Contigo Perú’.
Dos: ‘Niche’ de Colombia y ‘El Gran Combo’.
Por supuesto. Imagínate, cuando yo jugaba, ¿bailaba o no? Entonces, ¡cómo no voy a bailar!
Óscar Arizaga, callado, pero la hacía, también el ‘Mango’ Olaechea.
No lo voy a decir para no romper las buenas relaciones, pero había varios ‘tronquitos’ ja, ja, ja.
Solo se defiende, que no se me ‘agrande’.
Yotún y Advíncula tienen ritmo, swing, la hacen bien.
Claro, de Barrios Altos.
Aparte de cantar, hicimos una pelea de box.
He sido boxeador. Y un día pactamos un combate con ‘Leo’ Rojas.
En el hotel ‘Contry Club’ de San Isidro en el 85. Fue un ring bien armado.
Hasta que le moví los dientes y abandonó ja, ja, ja. ‘Leo’ es fuerza, pero para boxear hay que tener técnica.
En España 82 venía muy bien, teníamos un gran equipo. Para México 86, en el partido contra Argentina, ingreso y ni a patadas me podían parar.
Hace poco me encontré con él y me dijo: ‘Ni a patadas podíamos pararte, no sabíamos cómo, era una cosa impresionante, qué hijo de p... eras’. Óscar es una gran persona y profesional.
Son decisiones que hay que respetar. (Luis) Reyna era más que esa marca. Lo han rotulado mal. Tenía mucha calidad.
Así dice el dicho. Teníamos un equipazo. Lo disfruté. Ahora lo vi con ojos de técnico.
A ustedes. Ojalá las nuevas generaciones hayan podido ver el partido, a cada jugador, línea por línea, extraordinarios todos.
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