Para hablar de historia es bueno conversar con un histórico. jugó dos mundiales, fue campeón de la Copa América 1975 con solo 17 años y estuvo presente en grandes hazañas de la . Un 23 de agosto de 1981, el ‘Chiquillo’ se lució como grande para darle una lección de fútbol a Uruguay y ganarle 2-1 en el propio ‘Centenario’. Es un guerrero que sabe lo que enfrentarán los muchachos de el próximo 24 de marzo.

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En 1981, ¿Cuántos días antes del partido viajaron a Montevideo?

Cuatro días y nos hospedamos en el hostal Océano.

Perdón, ¿dijiste hostal?

Sí, estaba lejos del centro de Montevideo y cerca del Río de La Plata. Lo habían separado solo para nosotros.

¿Cómo fue el reconocimiento de cancha?

Llegamos de noche, al día siguiente practicamos en el ‘Centenario’, después llovió y no pudimos volver a trabajar allí.

¿Qué hicieron?

El técnico Tim buscó una salida y dijo: ‘Al frente de donde estamos hospedados hay un parque grande. Hoy entrenamos allí’.

¡¿Lo hicieron?!

Sí. Recuerdo que empezamos a hacer el clásico ‘camotito’ y el que no quitaba la pelota hasta los veinte toques se salía del ruedo y se ponía a un costado.

¿Hubo un ‘castigado’?

Nada menos que Héctor Chumpitaz. El capitán fue a sentarse a un lado maldiciendo su suerte.

Perdió en ese juego...

Es que todos eran de buen pie. Pero a donde quería llegar es a otra cosa...

¿A qué?

En pleno partido, si revisas las imágenes, te darás cuenta de que hay un momento en que Cueto, Barbadillo y yo empezamos a tocar el balón en una, triangulábamos y no perdíamos el balón.

Sí, se logra observar eso...

Simplemente estábamos repitiendo lo que habíamos hecho en el parque.

Tú lo ves simple, pero lo que dices es increíble...

Teníamos mucha jerarquía. Impusimos nuestro juego, no perdíamos la pelota. Y hay algo más...

Dime...

Antes de entrar al campo, nos dijimos con Juan Carlos Oblitas: ‘Nosotros nunca hemos perdido en esta cancha’. Y era verdad.

Todos eran de amplio recorrido.

Habíamos jugado el Mundial anterior (Argentina 78) y algunos hasta veníamos de ser campeones de la Copa América 1975.

Pese a lo ajustado del marcador, la ‘Bicolor’ dominó y ‘bailó’ a los charrúas...

Podíamos haber ganado por más goles, pero Julio César Uribe quería hacerlos de lujo y el ‘Ciego’ le gritaba: ‘¡Carajo, mierda, métela!’.

¿Es cierto que la gente los despidió con aplausos?

Sí. Además, cuando llegamos al hostal, los uruguayos nos daban palmas.

¿Tenemos equipo para ganar el próximo jueves?

Como aquella vez, ahora también hay jerarquía y debemos imponer nuestro juego. Con la pelota, estamos en capacidad de hacerles daño.

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¿Una última anécdota?

Yo dormía con César Cueto y regresamos a ducharnos hasta la concentración...

¿Qué ocurrió?

Siempre respetando al genio, dejé que entre primero a la ducha. En eso, salió con la toalla a la cintura, me paré emocionado y le dije: ‘Jugamos bien, ¿verdad?

¿Qué te dijo?

Muy serio, sin perturbarse, pasó por mi costado y en voz baja su palabra fue: ‘Sí’. Y siguió caminando.

Gracias por estos recuerdos...

A ustedes, el abrazo de siempre.

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