Les encantan las historias de futbolistas, aman el ‘aguadito’. Debo confesar que en esta nueva etapa de mi vida, que incluye la conducción de mi querido programa ‘La fe de Cuto’ en TROME, quiero agradecer a las personas que me ayudaron, que le dieron luz a mi vida y a mi carrera. Y una de esas personas es Sergio Markarián. Sería mezquino y soberbio no decirlo a los cuatro vientos.
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El técnico uruguayo me dio la oportunidad de debutar en el fútbol profesional. Y, además, en algún momento, años después, me había portado mal, debía pedir disculpas. ¿Qué pasó? Me fui de boca cuando él era el DT de la selección peruana. El relato, a continuación.
Por eso, antes de viajar a Uruguay, coordiné con mi productor José Lara, ‘El Huachano’, para que me consiguiera el número telefónico de Sergio Markarián. ‘Huachano’, mi mano derecha en todo, se comunicó con don Sergio.
La idea era realizar un programa de La Fe De Cuto con el ‘profe’. Pero, más allá de eso, tenía el deseo de verlo por un motivo más humano y personal: para pedirle disculpas por lo que en algún momento había dicho.
Además, tenía ganas de ver a ese hombre que apostó por ‘Cuto’ Guadalupe en el fútbol profesional, y en un grande como Universitario de Deportes. Quería escuchar de su boca qué fue lo que vio en mí en aquel ya lejano 1995.
‘CUTO’, ‘HUACHANO’, MARKARIÁN Y WHATSAPP
Luego de unos días de conversaciones, antes de viajar a Uruguay, ‘El Huachano’ me recomienda que sea yo quien hable con Sergio Markarián. Realicé la llamada vía WhatsApp y de inmediato me respondió.
Al otro lado del teléfono escuché esa voz particular, ese timbre de voz que para mí, en 1995, con 18 años, representaba la voz de papá que no había tenido en mi infancia, que me guio para confiar en mí mismo, en mis capacidades.
Y no exagero. Se me estremeció el cuerpo al escucharlo y sentí que a él también. Desde el primer momento hubo el deseo natural de vernos y quedamos que sea el viernes 25, un día después del partido de nuestras selecciones. Sí, el Uruguay vs. Perú.
Ya en tierra uruguaya (¡qué lindo es Montevideo!) me pidió cambiar el lugar de encuentro por uno menos público. “Preferiría que sea en mi casa”, me dijo. “Voy profesor, no hay problema”, respondí sin chistar. El día había llegado y me sentí más ansioso que durante el partido que nuestra selección peruana cayó ante los ‘celestes’.
Una vez en el punto de encuentro, ahí estaba. Ni bien el taxista dio con la dirección, vi parado a Sergio Markarián como cuando un padre espera a su hijo, a uno que volverá a ver después de muchos años. Bajé del carro, lo fui a saludar y me dijo: “¿Cómo estás, Guagua? Venga ese abrazo”.
De inmediato nos invitó a pasar a su hogar, ese lugar privilegiado al que solo ingresan personas muy allegadas o de su entera confianza. Con amabilidad y educación nos abrió la puerta. ¿Cómo estaba yo? Cada paso que daba me sentía el hombre más feliz del mundo.
Los años han pasado para ambos, a su manera en cada uno, pero la lucidez del ‘profe’ está impecable. El tipo inteligente y tranquilo, esa combinación que todos los seres humanos quisiéramos tener. Sabiduría, serenidad. Y de él se aprende.
LA HUMILDAD DE SERGIO MARKARIÁN
Ese hombre que ganó títulos con Universitario de Deportes, llegó a la final de la Copa Libertadores con Sporting Cristal en 1997 y dirigió a la selección peruana se ganó el brillo que pocos le reconocen en Perú. Es una leyenda.
Tiene ganado un lugar en la historia del fútbol peruano, del fútbol paraguayo y considero del fútbol mundial por lo que hizo en su carrera como entrenador, por el deseo de embellecer con sus estrategias este deporte. Lo digo humildemente desde esta columna.
Luego de una charla larga que no quería que acabe, es un placer escucharlo, le pedí disculpas por lo mal que me había portado con algunas declaraciones.
Como todo gran hombre, me respondió: “Guagua, no tengo nada que disculparte por alguna boludez que hayas dicho. Mis jugadores son como unos hijos para mí”.
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En ese momento mi corazón lloró. Me quebré. Lo admito.
- ¿Quién te puso ‘Guagua’?
- Usted, profesor.
Verlo y escucharlo me remontó al año 1995. Dicen que recordar es volver a vivir. Muchas gracias, profesor Sergio Markarián. No sé qué hubiera sido de mi vida si usted no me hubiera dado la posibilidad de debutar en el fútbol profesional, de guiarme y ayudarme a mejorar.
¿POR QUÉ MARKARIÁN ME PUSO DE DELANTERO EN UNIVERSITARIO?
Con los ojos húmedos y mi voz temblorosa le pregunté qué vio en mí para hacerme debutar de delantero. Necesitaba saberlo.
”Lo tuyo es simple. Venías de la reserva como zaguero central o defensa por derecha. Te habíamos promocionado al primer equipo, ya que se había dado la venta o se habían marchado varios jugadores en ese puesto”, inició su explicación.
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“¿Recuerdas que yo dirigía los partidos de práctica? Entonces, veía que hacías muchas faltas. Es más, en algún momento me dices: ‘Profesor, ¿cuándo me va a dejar de cobrar penales?’. Y te decía que el día que no cometieras faltas. No te podía hacer jugar de zaguero, ya que ibas a generar penales. Bueno, entonces, vi en ti esa potencia y me dije ‘¿y si lo trabajo de delantero?’”.
Y el profe siguió. Yo lo escuchaba mientras que imágenes de 1995 pasaban frente a mis ojos.
“¿Recuerdas que te dije que hay que quedarnos a trabajar media hora más para enseñarte a amagar para un lado y salir para el otro, tirar la pelota larga para que tú piques, corras? Y así se dio, así debutas. Pero ya después vuelves a tu posición natural, era de esperarse, ya lo haces con más experiencia, más centrado”.
La conversación continuó, atravesamos muchos temas, pero quedarán para mí. Fue placentero escucharlo. Fue un honor que me reciba en su casa. Le llevé unos presentes que de inmediato los lució.
Se puso la gorrita de la FE y mi mente, por arte de magia, me trasladó a los años cuando dirigía la práctica con su gorrito y su pito. Conmovedor momento.
PROFE MARKARIÁN, GRACIAS POR TODO
Estoy seguro de que nos volveremos a ver y será un lujo volver a conversar para recordar esos tiempos que ya no volverán, pero que a nosotros nos da vida al evocarlos. No por algo dice el dicho que recordar es volver a vivir.
Hasta que ese reencuentro se dé, seguiremos aprovechando la modernidad para seguir en comunicación vía WhatsApp.
Mi gente, estoy sentimental. En mi vida he tenido personajes trascendentales, a los que les debo estar aquí, haber podido salir adelante. Sergio Markarián es uno de ellos. Profe, gracias por tanto y perdón por tan poco.
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