EDICIÓN DE LUJO. Mi gente de ‘La fe de Cuto’, con gran emoción estrenamos la primera parte de la entrevista con el gran Piero Quispe. El talentoso jugador de 22 años se confiesa a corazón abierto y nos cuenta cómo fueron sus difíciles inicios antes de llegar a ser campeón con la crema.
En la íntima charla, Quispe se quiebra y llora al recordar a su abuelita que tanto lo apoyó en esta dura carrera. “Cuanto quisiera que ella esté conmigo. Fue duro cuando falleció”, indicó, muy conmovido.
Finalmente, nos revela cómo fue su debut en Universitario y cómo lo rechazaron de la San Martín. Además, confiesa que lo quisieron llevar a Alianza Lima. Arrancamos, mi gente, no se olviden que la fe es lo más lindo de la vida.
¿Cómo fue tu infancia?
Mi mamá me cuenta que siempre fui inquieto, me gustaba salir a jugar pelota fuera de mi casa con mi abuelo, con mi papá, con mis amigos. A veces me portaba mal, mi mamá me regañaba. Me vienen recuerdos que fui así, alegre, humilde. Mi hermanito es parecido a mí en todo aspecto, como es, como habla, como juega, me hace acordar mucho a mí.
¿Qué anécdotas tienes de tu barrio?
Con mis amigos... pero la que más recuerdo fue cuando en pandemia me grabaron a mí y a mi papá entrenando en la cancha de mi barrio, donde fuiste, fue el Puma, el Loco Vargas, ese es mi barrio. En 2019 nos grabaron a mí y a mi papa entrenando y eso me quedó marcado, entrenaba con él casi todos los días, con él he pasado muchas cosas.
¿Quién tomó la iniciativa de ir a entrenar?
Mi papá siempre quiso... yo no entrenaba por la pandemia, pero mi papá me decía ‘vamos’ y le tenía que hacer caso, quería que entrenara y no me pierda, él daba la iniciativa.
¿Cómo la pasaste en el colegio?
Voy a ser bien sincero y no era un buen estudiante. Dios me dio el don de ser futbolista si no no sé qué hubiese pasado conmigo porque era mal estudiante, sí me portaba bien pero era mal estudiante. Mi mamá siempre me corregía cuando no hacía las tareas o me portaba mal en el colegio.
¿Cuál era tu chapa?
Siempre Piero o ‘enano’, Pierito, también ‘goleador’ porque yo de chiquito me gustaba jugar de delantero. También ‘asistente’ porque iba con mi papá a verlo jugar y me gustaba escribir el nombre de los jugadores, con eso también me molestan varios señores que eran dueños del club, de la Liga de Los Olivos. Le ayudaba a poner los carnés.
¿Cómo empiezas en el fútbol?
Siempre me gustaba jugar mi pelota. Mi papá me consiguió equipo porque no tenía personas que nos ayudaran a conseguir equipo. A veces en los periódicos salían que habían pruebas. Mi papá me llevaba y ahí me quedaba. Más que todo mi papá es quien estuvo siempre conmigo.
¿En tu barrio juegas hasta los 10 años?
De los 10 a 12 y de ahí, me acuerdo que voy a un equipo que se llama Interlima, ahí lo conozco a Alfonso Barco, que ahora juega en Uruguay. Conocí a otros jugadores, a Flavio Fernández, Álvaro... ahí comenzó todo. En esa categoría le ganábamos siempre a todos. Hice una buena amistad con Álvaro y Alfonso. Me acuerdo que ese grupo se separó por problemas de ese club, nos separamos, eso fue a los 14 años. Yo no tenía apoyo, no conocía gente que me podía llevar a un equipo.
La candela...
Fonchi se fue a Cristal, la amistad seguía pero no tenía equipo, me quedé en el aire. Fue algo rápido, me agarró de sorpresa que ya no esté ese equipo, no sabía dónde ir, todos se fueron a otros equipos y yo me quedé en nada. Estuve casi dos años sin entrenar, sin equipo...
¿Dos años?
Dos años entrenaba en mi barrio, con mi tío que tiene su academia. Ya había tirado la toalla. Veía por YouTube, cuando jugaba Copa Federación mis amigos, mi categoría, para mí fue doloroso, yo jugaba con ellos y verlos por YouTube era difícil. Mi papá no sé si me engañaba, me decía ‘ya te voy a conseguir’. Me puse triste, tiré la toalla, no quería entrenar. Pensaba en ser buen estudiante porque no tenía otras opciones. El tío que me entrenaba a mí me dice... pero antes de eso tengo que contar lo que me pasó en San Martín.
¿Qué pasó?
Tenía amistad con Alfonso y mi papá consiguió el número de Álvaro. Me consiguió una prueba en San Martín, era su pretemporada. Tenía que ir a entrenar por Santa Anita. Yo voy a hablar con ese tal Masías,
Masías de Alianza...
Voy a hablar con mi papá y me dice ‘tienes dos semanas para demostrar que eres mejor que uno de los 50 chicos’, es que en San Martín 25 iban a San Martín y 25 iban a Cosmos. Me fui feliz con mi papá porque me dieron la prueba. Fui a entrenar, pasaron las dos semanas y siento que entrené y jugué bien y un día citan a todos los papás para que den la lista de los 25/25. Yo estaba en mi casa, mi papá fue solo a la universidad para ver si había salido. Regresa y me dice ‘Piero no estás’. Yo me quedé sorprendido porque sentía que había hecho las cosas bien, sentía que era mejor que uno de esos 50. Me agarró de sorpresa, me abrazó y me dijo ‘tranquilo’. Me acuerdo que lloré, es que fue injusto.
Te entiendo...
Ahí fue donde realmente yo tiré la toalla, es más, le dije a mi papá que ya no quería seguir jugando, es que me di cuenta que no valoran el talento. Eso fue casi a los 15 años. Tiré la toalla, ahí fue que entrené con mi tío. Justo mi tío tenía contacto con el Capi Chumpitaz, conocía a su hijo porque entraba a campeonatos de menores, conocí a Tito (Chumpitaz). Un día llega y le dice a mi papá que me lleve a Chumpitaz, que me podía conseguir una prueba porque conocía a Tito. Yo llego un día, tengo una señora que siempre la voy a recordar porque cuando estaba en Interlima, ella era secretaria.
¿Recuerdas su nombre?
La señora Aída, cómo es la vida que después de varios años voy donde Chumpitaz y la señora estaba ahí de secretaria. Yo llegué con mi papá, nervioso porque era mi primer día, eran nuevos compañeros. La señora estaba saliendo de su oficina, me ve cara a cara, nos sorprendimos, me abrazó como si yo fuera su hijo, yo la considero como una mamá, ella me ayudó bastante, desde el primer día nunca me faltó nada, me daban ropa gratis para el entrenamiento, mis pasajes, es que mis papás no podían ayudarme por la falta de dinero. Siempre le digo que la considero una mamá, el cariño siempre le voy a tener a ella. Desde ese momento fue como una película para mí, ese primer día me pidieron mi carta, yo no tenía equipo, no sabía qué era eso.
Increíble...
El profe Tito le dijo a mi papá ‘¿en serio Piero no tiene carta? ¿no ha jugado en ningún equipo’, se sorprendió. La carta llegó libre y desde ahí entrené y entrené. Chumpitaz estaba en plata en ese entonces y ahí es con todas las sumatorias de las categorías era el que sube. En ese año que yo estaba, estaba Nelson, él era categoría 2000, yo fui la última categoría de ese año. Seguimos, seguimos y campeonamos y subimos a Oro. Cuando subimos me acuerdo que el primer partido después del sorteo nos tocaba contra Alianza y yo estaba feliz porque después de verlo por YouTube y ahora jugar contra ellos, es algo grande. Fui feliz. Llegó el día, el Chumpitaz es una chancha, llenecita de todos los padres, de ellos, de nosotros. Nosotros le gabamos 4-1 a Alianza, yo hice dos goles.
4-1...
Al final del partido se acerca un dirigente de ellos y le habla a Tito, me querían y yo no quería porque sabía que iba jugar contra la U, yo soy hincha de la U, quería jugar en la U. Justo estaba mi papá a mi costado, le dije que quería irme a la U. Me acuerdo que jugamos con San Martín y el mismo profe que me sacó, me pidió, un mexicano, no me acuerdo cómo se llamaba. Jugué en Chumpitaz, era mi cancha.
Ya la conocías...
A San Martín le ganamos 2-0 y al final del partido me piden también, nosotros le dijimos ‘pero si hace un par de años sacaste a mi hijo’, él dijo que no había sido, pero era más que obvio que sí había sido. De ahí tocaba la U. Yo estaba en el colegio y profe de la 2000 me llama para que juegue. Mi mamá me sacó un jueves del colegio, era mi primera vez que iba jugar contra la U. Voy, me cambio, ese partido está en YouTube. Le hice gol a la U y ganamos también. Estaba lleno el estadio. Jugué un partidazo contra ellos y me querían para junio. De ahí mi vida se puso que estaba para abajo, cambió de un momento a otro.
La tenías clarita...
Yo sabía que iba llegar ese partido contra la U, lo que no sabía era que iba jugar en dos categorías. Después viene Pablo Bossi, yo lo considero mucho porque es una buena persona, buen profe y más que todo él se identifica con el jugador, él me da la confianza y me apoyó bastante, llegar a la U de chiquito, estaba nervioso, desde allí me quisieron y en junio de 2017 me voy a la U.
¿En la academia de Chumpitaz te quedas cinco años?
Desde los 15 que no tenía equipo. Tres o cuatro años estuve.
¿Juegas Copa Perú?
Sí, en Los Olivos. Eso fue antes que subamos a Oro. Estaba en la Liga de Los Olivos. Si era tres años antes, jugaba en contra de mi papá, mi papá también jugaba en la Liga de Los Olivos, ahí fue donde hacía de asistente.
¿De qué jugaba tu papá?
Jugaba de central, lateral derecho. Me dijeron para jugar La Liga y como el profe Tito era el DT me llevó, jugué con Cabanillas ahí.
¿Qué tal la experiencia?
Es diferente, yo todavía estaba más flaco, era más chatito. Me acuerdo que me patearon y me hicieron botar lágrimas. No pudimos campeonar, quedamos segundos porque jugábamos con categoría 99, 2000 y 2001, y los otros tenían más experiencia de Liga y campeonaron.
En junio de 2017 te vas a Universitario para jugar la Copa Federación...
La U juega de local, igual Cristal y Alianza. Me acuerdo que también hicimos un buen equipo. El DT era Samuel, él también desde que yo llegué me apoyó. Él se venía con nosotros en el bus, era buena gente, siempre se quedaba a conversar conmigo y con dos amigos más, tenía confianza con los más chacoteros, con los que teníamos más barrio. Nos tenía tanta confianza que hasta nos contaba sus cosas personales. Nosotros le dábamos ánimos porque era la cabeza de ese grupo. Siempre lo recuerdo porque aparte de ser buen profesor era buena persona, alegre, a pesar de que tenía mil problemas, siempre tenía una sonrisa. Me trató bien, siempre me tuvo consideración, siempre me dio confianza, siempre lo voy a recordar, fue mi primer profe en la U, yo lo considero mucho porque me trató muy bien.
¿Cómo hacías para ir del Naranjal hasta Campomar?
Cuando me voy a la U, entrenábamos a las 8:30. Yo me levantaba a las 4:30 de la mañana, 4:50 ya tenía que salir de mi casa porque a las 5 en punto salía el primer bus para ir al Lolo, uno me dejaba en 2 de Mayo y tenía que caminar, el otro sí me llevaba directo pero salía creo que 5:30 y no llegaba. Eso fue casi dos años.
¿Cómo haces para tu desayuno?
Me compraba mi desayuno en la esquina, antes de que llegue al Lolo, me compraba mi quáker con mis dos panes con huevo. Yo pasé muchas cosas con Ojitos Flores, yo era amigo de él, vive cerca de mi casa, con Romero también, con él también me iba todos los días, ya no juega ahora.
Tú llegaste a vivir en la Vidú...
En Reserva no me quedaba, solo para concentrar algunas veces, cuando jugábamos contra Alianza, Cristal, nos quedamos en los bungalows. Llega pandemia cuando estaba en Reserva, yo no había subido al primer equipo. Nosotros estábamos primeros, teníamos buen equipo pero nos dicen que ya no vamos a entrenar, todo se paró por la pandemia. Después de meses que viene de nuevo el campeonato, nos preguntamos cómo íbamos a quedar, hablamos con el profe, dijeron que íbamos a entrenar por Zoom, lunes, miércoles y viernes.
Llegó un momento que entrenaban así...
Entrenaba por Zoom y en noviembre de ese mismo año llaman a un grupo de Reserva para entrenar. Entrenábamos ahí hasta que empiece la pretemporada de la U. Nos suben a seis de esos 14 y ahí fue donde en pretemporada el profe me dice que me quede en Campomar y para mí fue bastante duro. Primero porque me alejé de mis padres, nunca me había alejado de mis papás, era pandemia, no podía salir.
Cuando te pidieron que te quedes en Campomar...
No quiero generar polémica porque cuando hablé se malinterpretó, yo nunca dije nada malo, solo dije lo que no me gustaría que le pase a otro chico de mi edad. A mí sí me costó mucho, me dolía porque no veía a mis padres, no jugaba, no tenía consideración con algunos de nosotros.
Digamos que fue muy duro...
Fue muy duro. Yo no dije nada malo, no me referí mal a él y dije lo que yo pensé.
Tu papá tenía un carrito donde te llevaba a entrenar, ahí también hacía colectivo.
Eso fue cuando estaba en San Martín, tenía 12 años y mi papá era taxista. Cuando regresábamos, hacíamos colectivo. Yo iba siempre de copiloto pero para ganar un asiento más, él me mandaba a la maletera. Me metía atrás y me tapaba con una colcha, a veces la señoras se asustaban, tenía verguenza que me miren, pensarían que estaba secuestrado. Desde que estaba en San Martín hacía esa ruta.
Tus abuelos... les hiciste una promesa...
Mis abuelos de parte de mi mamá ya están acá por la promesa. Pero la que siempre está conmigo es mi abuela por papá. Cuando tenía 8 años siempre me llevaba, iba conmigo, en ese entonces jugábamos la Copa Crema en Vidú, era bastante lejos. Mi abuela después de cada partido me cocinaba mi papita con huevo que siempre me gustaba.
Como lo vendían en el mercado...
Me compraba mi helado y me iba feliz, me regresaba con ella. Fue duro cuando ella falleció, ya va cumplir 10 años desde que falleció. Cómo quisiera que ella esté acá, conmigo, acá. Mis abuelos por parte de mi mamá estaban en España. A ella le gustaba cómo yo jugaba, fue duro cuando falleció. Yo creo que estaba sin equipo.
¿Cómo se llamaba?
Mi abuela se llamaba Zoila. Le hice una promesa a mi mamá ‘yo quiero que mis abuelos vengan, yo los voy a traer a mis abuelos’, yo ni debutaba me acuerdo. En el tiempo de pandemia, mis abuelos no la pasaban nada bien porque había bajado el trabajo, ella cuidaba a una abuela y ya no la contrataban porque como era pandemia ya sus hijos estaban ahí. Yo no ganaba suficiente para traerlos y que puedan vivir tranquilos acá. Cuando tuve ya un contrato que sí podía le dije para que mis abuelos vengan acá conmigo. Mis abuelos llegaron gracias a Dios bien, estoy feliz de tenerlos acá. Eso fue lo que le prometí a mi mamá y lo cumplí. Yo sé que mis padres están orgullosos de mí con todo lo que he conseguido a tan corta edad. Mi mamá está feliz con mis abuelos, mi abuelo se ha encariñado con mi perro, lo saca siempre, es como un hijo para él.
¿Quién le ayudó a comprar el carrito a tu papá?
Ese carro era alquilado. El primer carro que mis papás compraron no terminaron de comprarlo y lo vendieron. Yo me había encariñado con ese carro, tanto que me puse a llorar cuando lo vendieron.
En el 2021 eres promovido para jugar en el primer equipo
Fue una experiencia muy bonita por todo lo que había pasado. Eso me ayudó a ser fuerte, quedarme a vivir. Uno nunca sabe, hoy en día estoy lejos de mis papás y me ayudó esa experiencia, por algo fue, ahora me doy cuenta, todo lo que te pasa en esta vida, todo más adelante te puede volver a pasar. Ahora estoy fuerte mentalmente porque muchas cosas que pasé en años pasados me hicieron más fuerte.
¿Recuerdas tu debut en la profesional?
Fue contra Cantolao, perdimos 3-1, fue en pandemia. Yo concentraba solo por la pandemia y entonces cuando me trajeron mi primera camiseta significó mucho para mí que hasta le mandé foto a casi todo mi barrio.
¿Qué número?
Era el número 36. Le mandé a mis papás, a mis amigos. Llegó el día del debut, comenzamos perdiendo, yo decía que no iba entrar... cómo es la vida, siempre voy a estar agradecido con Dios, justo en ese partido, 10 jugadores del primer equipo se contagiaron, yo sacaba mi cuenta y decía ‘¿llegaré a los 20 para estar convocado?’. Llegué al hotel, tomaron las fotos, salimos, como estábamos perdiendo pensaba que no iba a entrar... metieron a dos amigos míos, a Mathi (Carpio) y a (Guillermo) Larios, faltaba un cambio, yo ya no pensaba que iba entrar y en una jugada se lesiona Murru (Murrugarra) del tobillo y me llaman y ahí fue donde hice mis primero minutos, uno fue los contagiados y otro por la lesión. Si no entraba ahí, para mí ya no jugaba porque se estaban recuperando y ya no debutaba.
¿Quién fue tu padrino?
Alfa (Armando Alfageme)
¿Te dio algo?
Sí me dio algo...
Tu primer gol como profesional
Sí me acuerdo, fue a Alianza Atlético. Fue mi primer partido de titular, eso fue con Goyo Pérez. Se había ido Comizo y llegó él. Yo lo considero a él porque aparte de buen profe es una gran persona. Cuando jugué en la U, en 2023 me escribió y me dijo que sabía el jugador que era, que siga por ese camino, que lo estoy haciendo bien, me mandó un abrazo y muchas bendiciones. Nuestra relación fue buena, el primer día que llegó me transmitió que iba contar conmigo. El primer partido no jugué ni un minuto y el segundo día Hernán NovicK, que estaba lesionado, me dice ‘prepárate, créeme que vas a arrancar’, como si hubiese hablado con el profe. No estaba en mi mente que iba hacer gol, primero yo quería jugar bien. Vino el gol, fue el empate, me centran, me acuerdo, yo estaba en contra del Mudo Rodríguez, estaba Reynaldo, Ascues, tenía buen equipo. Ese fue mi primer gol.
A mitad de 2023 sucede algo que poca gente sabe, qué le dijiste a tu representante Jonathan Córdova
Yo tenía dos propuestas concretas para irme en el 2023, en junio de 2023. Justo estábamos mal en ese entonces, estábamos quintos creo. Yo me sorprendí porque me llegó una propuesta, era la primera vez. Mi respuesta fue decirle ‘no, yo me voy a quedar a ser campeón, si quieres de ahí me voy, pero este año quiero ser campeón’. Miguel me dijo ‘¿tú estás loco...?’. Era mi futuro y estábamos mal.
Estaban quintos...
Tuve para irme de la U pero siempre fue un sueño mío de chiquito, la U me dio todo, soy hincha de la U a morir, es mi vida y ser campeón con el club del que eres hincha siempre es un sueño para el futbolista. Le dije que no. Se lo dije con una seguridad que ni te imaginas. Se fue renegando.
Los clubes eran Huracán, Talleres de Argentina y Pumas de México.
Yo tenía mucha fe, teníamos un gran equipo, eso fue antes que venga Edy, teníamos buen equipo pero no estábamos yendo mal... de ahí nos comenzamos a levantar, chapamos la racha y cuando llegó Fossati nos levantamos.
El partido donde más me sorprendiste fue el partido de Matute
Ese partido fue de película.