Fútbol Peruano

‘Chino’ Pereda en ‘La fe de Cuto’: su paso por Boca Juniors, el reloj que le regaló Macri, la pelea con Alfredo González en la U y más

José Antonio Pereda Maruyama es el invitado de este viernes en ‘La Fe de Cuto’. El exfutbolista nos cuenta sus anécdotas en Universitario, Cienciano y Boca Juniors, además de su paso por la selección peruana.

Mi gente de La fe de Cuto. Luego de la les traigo una amena conversación con José ‘Chino’ Pereda, excampeón con Universitario de Deportes y Boca Juniors, quien llega a mi restaurant para soltar todo el aguadito.

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El ‘Chino’ Pereda nos habla de sus inicios en el fútbol, su paso por Universitario de Deportes y sobre cómo fue que se dio su pase al Boca Juniors, equipo donde nunca imaginó convertirse en campeón y ganar tantos títulos.

Finalmente, nos habla de la selección peruana y nos cuenta algunas divertidas anécdotas como la de Macri, quien le regaló un reloj valorizado en ‘5 lucas’. Arrancamos, mi gente. No se olviden que la fe es lo más lindo de la vida.

¿De qué barrio eres?

De Breña, cerca al Lolo. Muchas veces iba caminando, después agarraba la bicicleta pero me prohibieron porque me dijeron que me endurecía los músculos, entonces iba caminando o chapaba mi micro en Alfonso Ugarte y me bajaba a la altura del Hospital Loayza y luego caminaba hasta el Lolo.

La parte donde yo vivía no era muy picante, era tranquila, al costado de la avenida Arica, cerca de la Plaza Bolognesi. Me iba solo o a veces me acompañaba mi abuelo, que vivía a media cuadra de mi casa. Cuando tenía ganas me acompañaba al estadio, pasaba antes por la bodega de la esquina y compraba su anisado y tomaba su calientito con los papás cuando hacía frío.

¿Cómo así llegas a Universitario?

Me gustaba mucho jugar. Vivía en un pasaje, pasaje Nacarino, los fines de semana se vaciaba y agarrábamos las piedritas y las poníamos en la pista o jugábamos con los sacos como postes contra la pared. Cuando venían visitas, estaba jugando abajo. Un día un tío me ve, ve que me gusta y me dijo para ir al Lolo, que había un partido. Ese día estaban haciendo pruebas para la división de menores de la U, yo entré y me probé de delantero, jugué media hora y al término del partido el profesor Hoyos, que era el encargado de la división de menores, se acerca donde mi tío y le pregunta si quería jugar por la U y dije ya.

¿Qué te acuerdas de la división de menores de la U?

Era algo nuevo, primera vez que pisaba una cancha de fútbol. Sentí que era algo distinto, me gustó, me sentí bien, le agarré camote y luego seguí para adelante y me dediqué de lleno al fútbol.

José Pereda - Volante (USI)

En el 91 debutas en la primera ¿Qué te acuerdas del año de tu debut?

Ese mismo año yo firmo contrato, en julio o junio, estuvo el ‘Gato’ conmigo pero él se va a mes o dos meses y llega Iván Brzić, él hacía solo sus calentamientos, era todo. Él es el que me saca en lista y ya habíamos, me parece, clasificado para playoff, sacó en lista a muchos jugadores que no éramos habituales. Debuté contra el Aelu y yo soy socio. Me acuerdo los nervios del debut, era chico, pero una alegría inmensa de poder cumplir un sueño. Cuando terminó el partido, fui a ver a mi abuelo, a él le gustaba mucho el fútbol, él llegó a jugar en el el Octavio Espinoza de Ica, porque él es cañetano, era el que más me seguía y me llevaba, muy contentos todos. Campeonamos en el 92 y 93. El capitán creo que ya era Roberto Martínez, estaba el Puma, el Ratón Rodríguez, el Ratón Silva, Chucho Torrealva, había un equipazo, Bazalar, Barcos, muchos grandes. La mayoría era de selección, fue muy difícil llegar a jugar ahí de titular.

¿Cómo te prestaron para Cienciano?

Entreno con el club todos estos años, 92, 93, el 94, que fue en el más juego y donde hubo ese campeonato intermedio. Lllega el 95 y Freddy Ternero se va a dirigir a Cienciano, yo estaba con Markarián. A principios de año empezó jugando, recuerdo que jugamos en el Lolo contra el Boys, que incendiaron la tribuna. Le digo al profesor Markarián para irme a Cusco y tener continuidad y me dice que no, que me espere porque estaba viendo las posibilidades que tenía dentro del equipo. Al final, el profe Markarián me da permiso para irme y nos vamos Paul Comíngues, Paco Meneses y Jair Vázquez, éramos los cuatro que salimos juntos de la U para reforzar el Cienciano. Hasta ese momento, Cienciano no había tenido un campeonato como el que tuvo con nosotros, quedamos cuartos, nos hizo muy bien, ya habíamos estado en la sub-20, llegamos a la sub23, yo volví a la U, ellos siguieron en Cienciano e hicieron su camino. Freddy era asistente de Markarián, ya lo conocía.

¿Qué anécdotas tienes de tu llegada a Cienciano?

Nosotros éramos jóvenes, teníamos aire, por el lado de la adaptación no nos costó mucho. Pero sí recuerdo que llegamos a vivir en una casona grande con Maurinho Mendoza, Manguera, y vivíamos ahí los seis, la pasábamos muy bien, nos conocíamos de años y habíamos ido a afrontar un reto, todo salió A1, nos fue bien en el campeonato, pudimos hacernos un nombre en el fútbol peruano y Cienciano fue un gran espaldarazo para nuestra carrera. Luego regreso al año siguiente, es que Markarián no quería que me vaya.

¿Cómo se preparaban cuando iban a jugar con Universitario?

Yo siempre he sido hincha de la U, pero era como querer demostrarle al club que de repente se habían equivocado, que valía la pena que apuesten por mí como jugador. Yo quería jugar lo mejor posible para que me vean y ganarle a mi equipo. Con Paul llamamos al profe Markarián antes del primer partido que jugamos contra la U, porque él nos había advertido que no podíamos jugar contra la U, pero el club nos obligaba a jugar, no había ningún documento, solo nuestra palabra, pero queríamos jugar. Lo llamamos y le dijimos que estábamos atados de manos, queríamos jugar y nos dijo que estaba bien, jugamos y le ganamos a la U por 2-0 en Cusco. Era complicadísimo, la cancha nos ayudaba mucho, era malísima, crecía hasta ichu y el otro equipo no la podía tener porque no la prestaban. Nos hicimos fuertes de locales.

¿Qué recuerdas del título del 98 con Universitario?

Fue mi primer título, fue el inicio del tricampeonato, armamos un equipazo futbolísticamente y también por el grupo que se creó. Siempre voy a pensar que si tienes un buen grupo, tienes la base para lograr cosas importantes. Ese campeonato fue muy importante, muy bonito, me tocó tener una buena temporada que eso fue lo que me llevó a irme.

¿Qué anécdota recuerdas del 98?

Cuando te concentrabas en el cuarto con toda la mancha y olía a puro pollo a la brasa, se sentía en todos los cuartos. Cada uno tenía su cábala y nos iba bien y seguíamos con lo mismo. La Foca es el nueve que más patadas ha metido, me acuerdo que la primera vez que lo vi jugar, decía ¿este es nueve o es vaca? Al Puma cuando jugaba cómo le metía patadas. En esa época estaba Ferrero y me pregunta qué me parecía Roberto Farfán, ‘¿cuál? ¿El que metía patadas al Puma? Tráelo’, le digo. Dicho y hecho, vino y pegó para la U.

LA ETAPA DEL CHINO PEREDA EN BOCA JUNIORS

(Foto: Agencias)

Luego te vas a Boca ¿Cómo cerraste contrato?

El año anterior yo renuevo contrato con la U. Por contrato, había cedido dinero con la promesa que, en una futura venta, iba a recibir un 20%, aposté por mí y dije: “Bueno, págame menos, pero con el 20% de una futura venta”. Llegó el día en el que me tocó irme. Previamente hubo una conversación con Racing, pero quedó en nada, luego vino lo de Boca, estaba en mi momento. Alfredo me dice, ‘Chino, ya cerramos con Boca, te vas’, yo dije ‘qué bueno, cómo es, ¿Mi porcentaje?’. ‘¿Qué porcentaje?’, me dijo, todo un personaje. Me dice, ‘¿Qué porcentaje? Anda nomás, yo he hecho todo esto para que te vayas a Boca, todo está listo’. Yo dije que no me iba ir si no me iba dar mi porcentaje, me amenazó con que me iba mandar a los juveniles. Apagué mi teléfono, no le contesté a nadie. Me llamaban todos por teléfono, todos querían que me vaya, yo no tenía conocimiento de la magnitud de lo que podía hacer Boca, aparte tenía muy avanzando conversado para irme a Japón a fin de año, yo tenía ese respaldo, entonces le dije a mi representante, Carlos Delgado, que no quería saber nada y que no le iba contestar a nadie, así estuve horas de horas. Al final aceptaron pagarme 5%, no había forma, subieron a 10%, igual no me quería ir, me llamaban y me llamaban. Al final, me ofrecieron el 15% y dije, ‘ya está bien’. Terminé por aceptar y me fui a Boca después de toda esa negociación que fue larguita.

¿Cómo fue cuando llegaste a Boca? ¿Quién te recibe?

Me reciben unos dirigentes. Lo primero que hice fue ir al estadio, a la Bombonera, a ver algunos temas de documentación. Estuvimos poco tiempo y luego nos fuimos a hacer exámenes médicos. Estuve metido ahí en la máquina de resonancia magnética como seis horas. Yo había tenido una operación, en la sub-20 me lesioné la rodilla, me operaron los meniscos. Me tuvieron haciéndome análisis por todos lados, me habré demorado en la clínica unas ocho horas, pruebas de todo, al terminar nos fuimos a la Bombonera nuevamente porque jugaba Boca con Vélez, por la Copa Mercosur, y me invitaron al palco, estaba Macri, el presidente, y unos dirigentes. Los saludé y de ahí terminó el partido y subimos, eran las 11 de la noche, subimos a las oficinas administrativas y recién a esa hora firmé el contrato. Esa misma noche me fui al aeropuerto y volví a Perú con la esperanza de jugar contra Cristal esa semana, mi último partido, pero al final no me dieron permiso. Me dieron unos días para que ordene mis cosas, despedirme de mi familia. A los cuatro días partí para Buenos Aires y me fui al hotel ‘Los dos chinos’, es el hotel de Boca donde todo el tercer piso era nuestro, un hotel antiguo pero acogedor, era nuestra sede de concentración. En el comedor conocí al profesor y a los jugadores, estaba Riquelme, Palermo, los mellizos, Caña, Basualdo, Chicho, Córdova. Llegué y de un inicio los colombianos me llaman, me senté con ellos. Era el Patrón, Chicho, Córdova con quien formamos nuestro grupo, muy buenos amigos.

¿Cuándo te das cuenta de que Boca era un monstruo?

Al principio yo sabía que era un equipo grande pero no era consciente de la magnitud. La primera vez que entré al estadio, contra Gimnasia y Esgrima me tocó debutar. Estadio lleno, toda la gente loca, el hincha argentino es fanático y el de Boca, peor. Ahí sentí, había un letrero que decía, ‘la Bombonera no tiembla, late’, un día en la tribuna sentí cómo se movía. Ahí me di cuenta cómo el argentino vive la pasión del fútbol, me quedé impresionado porque eso no se vive acá en Perú, son fanáticos. Ahí me di cuenta lo que representaba Boca para el hincha argentino.

(Foto: Agencias)

¿Cómo era el día a día de ese futbolista de élite?

Lo principal es el grupo humano, cuando tienes un buen grupo, todo fluye. El encargado de eso era el profe Bianchi y su comando técnico, todos espectaculares, eran muy profesionales, muy serios, pero también vivían preocupados por la persona, el profesor hablaba más con los que no jugaban que con los que jugaban, se podía lesionar uno, entraba el otro y el equipo no se resentía. Yo andaba con los colombianos que éramos más afines en las costumbres, nos hicimos muy amigos, compartíamos mucho. Después estaba el grupo de Palermo, el otro grupo era Riquelme, Traverso, después Matellán, cada uno con sus afinidades, pero al final todos nos llevábamos muy bien. En el camerín, todos nos bromeábamos. Bermúdez, así serio como lo ves, era el más chacotero.

¿Qué anécdotas del Patrón?

Una vez estábamos en pretemporada, en el ‘Nido de los pájaros’. Un día nos dan una tarde noche libre para salir ahí al pueblo a estirar las piernas, nos fuimos con Chicho, con Oscar y con el Patrón a comer al pueblo, tomamos unos vinos. El Patrón no es de tomar mucho y se embala. Salimos de comer, empezamos a caminar por el pueblo y el Patrón se pone a tocar el timbre de una casa. Nos fuimos corriendo, como si fuéramos chiquillos. Muy buena persona.

¿Tú llegas en un momento en el que Boca empieza a ganar cosas importantes?

Llegué en el momento justo, con un equipo extraordinario y sobre todo el grupo que se formó. Nos llevábamos todos muy bien, espectacular, todos apuntábamos a ganar, la verdad que fue a pedir de boca, no se podía pedir más.

¿Hiciste una apuesta con Macri?

Cuando jugamos la Libertadores, la final, nos tocó jugar en el Azteca contra Cruz Azul. Ganamos 1-0, yo jugué. Prácticamente íbamos a cerrar el campeonato de locales y había un reloj que le había echado el ojo hace tiempo. Dije, ‘ahora que voy a ser campeón me voy a dar ese gusto’. Estaba ahí en el aeropuerto comprando con Chicho, agarro el reloj y cuando vamos a pagar, en la cola estaba Macri, estaba con una de sus hijas. Nos pusimos a conversar y cuando nos acercamos a la cajera, Chicho le dice, ‘ya pues, presi’, para que pague porque habíamos ganado, y Macri dijo ‘ok’, agarró su tarjeta dorada con la insignia de Boca y pagó. El reloj que tanto quería me lo regaló al final Macri, era un Cartier, estaba como cinco lucas.

¿Luego campeonas la Copa Intercontinental? ¿Cómo fue esa?

Eso fue en Tokio contra Real Madrid. Viajamos casi dos semanas antes para acostumbrarnos a la hora, para que el cuerpo se acostumbre, por lo menos tienen que pasar unos ocho días, como en altura. Fuimos con tiempo para hacer una buena adaptación. Viajamos algo de 23 y al final quedamos 18 para el partido, me tocó estar en la banca, esperando entrar un cachito pero no se dio, al menos la medallita está ahí.

José Pereda - Boca Juniors (Foto: USI)

En ese partido con Real Madrid ¿Cómo lo plantea Bianchi?

Me acuerdo que previo, hizo dos cambios, no lo puso al mellizo de arranque, lo puso al Chelo Delgado, y no lo puso a Fagiani, lo puso a Matellán, el equipo habitual era con ellos dos, pero para ese partido cambió, uno tiene que cambiar de acuerdo al rival que enfrenta. Chelo es más potente, más directo que Guillermo que es más hábil, más de tenerla, y le dio resultado porque le metió el centro a Palermo. Matellán también tenía otra contextura, era más fuerte. Me acuerdo de ese cambio, del disgusto de esos dos que eran titulares habituales, pero el profe decidió esos cambios que efectivamente fueron claves para lograr el triunfo del equipo.

Bianchi era el ejemplo. Yo concentraba con Oscar Córdova y un día nos pusimos a sacar cuentas, estuvimos 200 días en hoteles, entre viajes y concentraciones, más de medio año encerrados en hoteles y viajando. Dos días en casa, cinco días concentrados, tuvimos ese año una gira por Europa, en Japón, sacando cuentas fueron más de 200 días concentrados. Era difícil, pero el primero en todo era Bianchi. Es importante ese trabajo, más allá del trabajo táctico, está el trabajo psicológico, de grupo. Él era el primero que pasaba por los cuartos a levantarte.

¿Cómo fue tu jugada contra Ferro?

Era verano, hacía un calor... terrible. Intercepto una jugada creo y arranco del mediocampo y me llevo a uno, a otro, me meto por dentro, me llevo al arquero, cuando voy a definir, miro al arco, lo veo a Mac Allister que venía corriendo, dije ‘qué rico gol’ y cuando voy a patear, la pelota no estaba donde yo pensé que estaba. Tenía que habérmelo llevado al arquero... cuando estaba saboreando, pierdo ilación de la jugada. La narración fue la mejor, ‘José Antonio, José Antonio’, cuando miraba la repetición en la noche, me quería morir.

En esa celebración se ve que Bianchi celebra contigo

Cuando ya tocó el pitazo final, éramos campeones del mundo, hay un momento en el que me quedo escuchando la canción, me quedo un poquito anonadado. Me mira el profe, no sé qué habrá pensando, me abraza y me dice, ‘eres campeón José’. Nos abrazamos y todo eso, lindo detalle, espectacular.

Cuando vas a Boca ¿Es clave Piazza?

Cuando yo me voy, el técnico era Piazza y me acuerdo que las conversaciones que había, el espaldarazo lo da Piazza, conocía a Bianchi, le pregunta por mí y Piazza le dice que me lleve, fue el que dio el empujón final para que pueda ir a Boca.

(Foto: Agencias)

¿Qué bronquita viste por ahí en esa época?

En algún partido de práctica, algún roce. Qué ricos partidos, le metíamos 70 corrido, entrenábamos los martes puro físico, pura potencia, los miércoles trabajo con balón, los jueves nos íbamos a la Bombonera y 70 minutos de corrido, salían unos partidos espectaculares. Roman se molestaba cuando lo tenían seco marcándolo, no le gustaba mucho, pero había que tenerlo así porque le dabas un cachito... se molestaba pero después bien. Eran partidos muy intensos, a todo ritmo y todos querían jugar. A mí me tocó jugar cuando Tévez subió al primer equipo, tenía 16 años, cuando yo me iba, él subió, era un torito, iba y te metía el cuerpo, corría y tenía 16 añitos.

CHINO PEREDA REGRESA A UNIVERSITARIO DE DEPORTES

¿Cómo vuelves a Universitario?

Vuelvo en 2002, vuelvo a préstamo porque Boca era el dueño de mi pase. Vuelvo y me toca salir campeón de nuevo. Todo fue por intermedio de Carlos, mi representante. Se da la conversación con Aspauza, se dio la posibilidad de venir, hubo todo el problema económico en Argentina y me vine a la U. Y con problemas económicos peores, estuve seis meses sin cobrar, todo ese 2002 fue terrible, felizmente se campeonó y entró algo de dinero para el año siguiente por la Libertadores.

¿Hasta qué año estás en la U?

Luego me voy a Melgar, estuve medio año y de ahí me voy al Bolo. En Melgar, estábamos con el profe Jurado, escuela antigua, te ponía a la 1 de la tarde los partidos, la cancha pesada. A las dos de la tarde, toda la garganta seca, la altura, el sol, feo, feo. Me tocó ir con Ubilluz, Dulanto, Paolo, hicimos un campeonato regular y luego fui al Bolo, ahí solo estuve tres meses porque hubo la huelga de futbolistas, en 2003, y me desligué y en 2004 cuando vuelvo a la U hasta el 2006.

¿Tuviste una pelea con Alfredo González?

Él prefirió mantenerlo a Nunes por un tema electoral y me dice que, como yo había estudiado para técnico y no podía renovarme porque Nunes no quería. Yo le dije ‘pero tú eres el presidente’ y ahí me dice, ‘pero Chino, tú has estudiado para técnico’, ya me estaba retirando para que sea asistente. Le dije ‘ok, Alfredo, gracias’. No hablamos mucho tiempo y así me salí de la U, me hubiera gustado quedarme más, nunca más volví, luego me fui a Cienciano y ya de ahí me retiré.

José Pereda fue titular ante Holanda en el amistoso de 1998. (Foto: Getty Images)

CHINO PEREDA EN LA SELECCIÓN PERUANA

¿Cómo fue tu paso por la selección peruana?

Para Francia 98 fue, qué lástima que nos quedó tan cerca y no pudimos haber ido, a un puntito, la diferencia de goles con Chile nos mató. Yo estuve en ese partido del 4-0. Nosotros fuimos muy inocentes, nos trataron muy mal desde que llegamos, la seguridad cero, en el hotel toda la noche claxon, la bulla, no nos dejaron, camino al estadio parecía un pueblo fantasma Santiago, y los que estaban nos rompieron el bus, nos pifiaron el himno, los carabineros nos trataron mal, no nos cuidados, insultos por doquier, fue el peor ambiente que me tocó. Los chilenos fueron muy nacionalistas, pero el trató se salió de contexto para un tema histórico y no deportivo. Siempre me va quedar el sinsabor de no poder ir a un mundial, creo que nos merecíamos, teníamos un buen equipo.

¿Cómo fue el gol que le haces a Colombia en la selección peruana en las Eliminatorias?

Fue uno de mis mejores goles, quizá no el más bonito, pero sí el de mayor trascendencia. El ‘Diablo’ lo aprieta a Mondragón y Mondragón rechaza y le cae a Roger, Roger me ve y me la da, la paro bien y me queda justo para pegarle, le pegué de una como vino, se metió justo al lado más alejado de Mondragón, la llega a tocar, pero no la llega a sacar, fue un golazo.

¿Ahora a qué te dedicas?

Ahora estoy viendo temas personales, un proyecto a futuro con el club y ahorita estoy retomando el deporte, jugando de nuevo después de tiempo. Estoy con mi colegio, jugando con los exalumnos de La Salle, la paso bien, eso es lo principal.

¿Cuál es la historia de tu restaurante El Tramboyo?

Ese restaurante era de mi abuelo, si existiese tuviera más de 60 años. Era El Tramboyo porque era la especialidad de la casa, tramboyo al vino, es muy sabroso, me acuerdo que cuando era niño, íbamos a Asia, Pasamayito, ahí íbamos a pescar. Mis abuelos me recogían antes que amanezca, llegábamos a Asia, mi abuelo tenía amigos pescadores, traían canastas de tramboyos cabezones. Ahí pescábamos y llenábamos esas canastas, eso volaba durante la semana. Ahí todo el día en la playa, pescando. Mi niñez fue muy ligada a la pesca, al mar, a acampar, hasta ahora, todos los años acampo.

El restaurante pasó por mi tío, se cerró por el colera, lo abrieron de nuevo, lo agarró otro tío mío, lo agarré yo unos años y luego vino el tema del Metro y la cuadra donde está el restaurante y esa cuadra iba ser la estación del Metro y la expropió el Estado.

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