El argentino Gustavo Grondona abrió las puertas de su casa para recibir al equipo de La fe de Cuto y, entre recuerdos de gloria, también desempolvó uno de los capítulos más incómodos de su carrera: el día en que tuvo que jugar contra Universitario, su club amado, vistiendo la camiseta de Sporting Cristal. Una escena que los hinchas cremas jamás olvidaron y que él tampoco borra de su memoria.
Entre risas y nostalgias, el Pelado contó que muchos aún le preguntan cómo pudo irse a Cristal. Él lo asumió sin vueltas: no fue por dinero. “Yo lo molesto al ‘Pirata’ ( Czornomaz) porque le digo: ‘Tú te fuiste por más plata’. Yo me peleé con (el expresidente Javier) Aspauza”, recordó, dejando claro que su salida se debió a un conflicto con el entonces presidente crema. Aun así, en su corazón nunca pensó en traicionar la historia.
Grondona afirmó que incluso tuvo ofertas mejores. “Yo pude haber ido a otro club que me ofrecía más dinero, pero me quedé… Valió más lo que conseguí deportivamente que la plata que pude haber ganado”, dijo, demostrando que su vínculo con Universitario era algo más profundo que un contrato.
Cuando la tensión con la dirigencia explotó, tuvo que buscar una salida rápida. Ahí apareció Cristal, pero con una peculiaridad que —según el propio Pelado— muy pocos creen: “Debo haber sido el único futbolista que pasó a Sporting Cristal para ganar menos dinero de lo que ganaba en su club”.
El volante recordó que la conexión con Cristal nació de casualidad. Él entrenaba en un gimnasio de Miraflores y ahí coincidía con el presidente celeste. Nunca hubo invitación formal hasta que surgió su pelea con Aspauza. Entonces sí llegó la propuesta: clara, directa y con insistencia.
“Él me quería hacer contrato de un año, pero yo le dije que en diciembre me iba sí o sí”, contó. Su plan era simple: esperar a que sus hijos terminen el colegio en Lima y luego volver a Buenos Aires. Por eso solo firmó por cuatro meses, sin imaginar que en ese breve paso viviría uno de los partidos más difíciles de su vida.
Llegó entonces la fecha marcada por el destino: Cristal contra Universitario. Para muchos, un simple encuentro. Para Grondona, una conmoción emocional que le pasó factura incluso en lo físico.
“El día que tuve que jugar ante Universitario, me agarró fiebre. Increíble, volaba en fiebre”, confesó el argentino. No era solo un malestar: era el peso de volver al Monumental pero con la camiseta rival. Un choque sentimental que su cuerpo no logró ocultar.
A pesar del malestar, decidió jugar. “No puedo no estar, porque le estoy fallando a la gente que me trajo”, pensó. Y así, totalmente medicado —“me metí pichicata, de todo”— saltó a la cancha para cumplir con Cristal, aunque por dentro sentía que su historia ya estaba escrita años antes, con camiseta crema.
Lo que nunca imaginó fue encontrarse con una bandera colocada especialmente contra él. No reveló nombres, pero sí dejó en claro que sabía perfectamente quién la mandó poner. “Después la mandaron a sacar”, señaló, como quien mantiene la prudencia pese a los años.
La escena completa —la fiebre, las medicinas, la bandera y el corazón partido en dos— marcó un episodio que Grondona todavía recuerda con una mezcla de incomodidad y cariño. Porque, como él dice, “el cariño de la gente no se iba a borrar”.
Así, en La fe de Cuto, el Pelado volvió a abrir esa página que muchos hinchas cremas preferirían olvidar, pero que forma parte de la historia de un tricampeón que nunca dejó de ser de la ‘U’, ni siquiera cuando la vida lo obligó a vestirse de celeste.
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