
La vida junto a un silbato. En la última década del siglo pasado, el juez de fútbol Fernando Chapell se ganaba los elogios de los aficionados. Era uno de los árbitros más renombrados del país y destacaba porque manejaba, de la mejor manera, la presión que siempre representa cobrar a favor o en contra de los clubes como Universitario de Deportes o Alianza Lima. Hoy, ya retirado, es un exquisito contador de anécdotas, repasa momentos increíbles con dirigentes y jugadores y sigue en la lucha por dignificar su gremio.
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Soy chalaco e hincha del Boys.
A ‘Balán’ Gonzales le dije: ‘Juega tranquilo, te voy a cuidar’ y esa tarde hizo un gol.
Es que al buen jugador lo tratan de traer abajo y yo le decía eso, no para que haga lo que se le antoje, sino que se desarrolle de manera eficiente.
José Luis Carranza era muy educado cuando lo veías en la calle.
En 1995 Alianza goleó 6:3 a la ‘U’. Ese día el ídolo crema fue a disputar un balón con Frank Ruíz. Cayeron, se escupieron y golpearon.
Cuando iba a sacar la tarjeta roja, el ‘Puma’ me gritaba: ‘No lo hagas’
No y me dijo: ‘Pensar que eres buena gente en la calle y acá cómo jo… '
Para empezar, yo iba por la Vía Expresa en mi auto ‘Camaro’ y me cruzaba con los cantos de los hinchas de ambos clubes.
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Cuando era árbitro trabajaba para una institución bancaria y dictaba el curso de ‘Productos y servicios’, ‘Bolsas y valores’. Tenía 70 alumnos.
Después de un ‘U’ vs Alianza, entraba, los miraba y me daba cuenta qué entre ellos murmuraban.
Les dije a todos: ‘Tienen 5 minutos para que me digan lo que quieran’
Si. Me percaté que uno se frenaba y le pedí que suelte lo que deseaba decir y me respondió: ‘Eres un con.. tu m..’
En el año 1979 fui profesor de matemáticas de un colegio nacional de San Martín de Porres y uno de los familiares de mis alumnos, era un muchacho que editaba los videos deportivos de Panamericana.
Se acercó y me entregó un sobre con 6 mil dólares. Me dijo que me lo enviaba el ingeniero, presidente de un club del norte.
Que se lo devuelva de inmediato y que yo no necesitaba esa plata.
Lo llamé al dirigente y le pedí que aclare esa situación o lo iba a denunciar públicamente.
En 1991, antes de empezar el duelo entre cremas y blanquiazules, un directivo se acercó, me estiró la mano y me entregaba una llave de auto.
Me comentó muy suelto de huesos: ‘Afuera te espera un Mazda del año’ y le respondí: ‘No vas a poder conmigo, no me vendo por nada’.
Una noche, antes de un clásico, me llamó a mi casa un dirigente y me comentó: ‘A ti no puedo ofrecerte plata, pero estoy enfermo, tengo cáncer y me gustaría irme de este mundo viendo a mi equipo ganar’.
Sonreí y le dije: ‘No me huev…’.
Antes de empezar el compromiso, me avisan: ‘Por favor, haga un minuto de silencio, que murió el dirigente que estaba enfermo’. ¿Y sabes cuál fue lo peor?
Sancioné un penal en contra de su equipo y perdió.
Les explicaba lo que estaba cobrando, citándole el reglamento.
Llamaba a todos los asistentes y pedía un balón y al igual que los jugadores, poníamos las manos encima y gritábamos: ‘Tres hurras por el arbitraje nacional’ y entrábamos motivados.
Expulsé a 2 líneas.
En Talara y en Huánuco. Uno de los jueces de línea siempre era de la ciudad y ambos estaban favoreciendo a los clubes locales. Me acerqué y los saqué y tuvo que entrar otro en su reemplazo.
Fui a dirigir a Sullana el duelo entre Alianza Lima y Alianza Atlético.
Duelo picante y antes de empezar el partido, vi a un amigo de infancia en la tribuna. Cuando acabó el compromiso, llamé a mis compañeros y les dije: ‘Vamos a la popular’.
Con todo mi equipo, entré hasta las graderías y conversé buen rato con mi ‘pata’ y conversaba con los aficionados.
Los árbitros deben ser honestos y claros. Lo más valorable es sentirse respetado y considerado.
Un enorme saludo a los lectores del diario ‘Trome’.
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