Cuto Guadalupe
Cuto Guadalupe

Mi gente de La Fe de Cuto, gracias por seguir semana a semana esta humilde columna donde me permiten contar un poco de todo sobre mis experiencias vividas en el fútbol, así como también todo lo que sigo experimentando, día a día, en el camino de la vida.

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Ahora haré una pequeña reflexión sobre lo que ha sucedido desde que se desató la era de las redes sociales en el Perú, como en el mundo. Una mirada muy particular lo que vivimos un poco las personas públicas, pero lo hago en buena onda.

Sé y entiendo que el mundo va evolucionando día a día y desde mi posición con la hinchada lo he vivido así, por lo menos desde que debuté como futbolista profesional. En el año 95, año que empieza mi carrera, los hinchas nos pedían un autógrafo, firmarles un papel, una prenda y también luego, con la evolución de los celulares, comenzaron las fotos.

Con el acelerado desarrollo de los smartphones y de las redes sociales llegaron los videos, lo que originó que los hinchas, seguidores y simpatizantes comenzaran a pedir grabaciones con saludos para un ser querido de la familia.

Dentro de esas solicitudes de videos he recibido una variedad de saludos impresionantes, como por ejemplo: Saludos de cumpleaños, saludos por su matrimonio, de despedida de soltero, por viaje, para empezar un emprendimiento, para desearles suerte en los exámenes de admisión, para ayudar y aconsejar a un matrimonio, etc.

Y sinceramente, cada día recibo pedidos de este tipo por diferentes canales como redes sociales, familiares, amigos, WhatsApp, etc, para enviarles saludos de los mencionados anteriormente.

Hace poco ocurrió lo siguiente. Estando en mi restaurante Cuto 16 un día llegó un comensal que me saludó con mucho entusiasmo y me contó la siguiente historia que había sucedido durante la pandemia que nos azotó durante el 2020.

Acompañando al amigo se encontraba una persona a la que noté muy emotiva. Sucede que durante ese tiempo yo le había enviado saludos cuando se encontraba en una situación de salud al límite. “Cuto yo te pedí saludos, motivación y bendiciones para él que estaba muy delicado de salud y tú le enviaste un video muy conmovedor, lleno de fe, optimismo. El hombre finalmente terminó recuperándose”, me contó el amigo.

“Por eso siempre te queríamos ver, encontrarte para decírtelo en persona y acá estamos para agradecerte por ese gesto”, agregó conmovido. Sinceramente estoy agradecido con ellos por compartir su historia. Todo eso me permite una reflexión final: Cuando uno hace algo por convicción, con fe, con optimismo, no sabe todo lo que puede generar en la persona que recibe el mensaje. Escuchar la historia de esos dos amigos es sinceramente gratificante.

Nos leemos el próximo lunes.

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