Lleva en sus espaldas un apellido ilustre, se hizo camino a fuerza de comparaciones y tan mal no le fue. Edson Uribe jugó en 6 clubes del extranjero, 10 años de carrera y hoy, fuera de las canchas, repasa lo bueno, malo y divertido de ser un futbolista profesional.
Fue en el 2001. Yo regresaba de vacaciones al Perú.
Así es, el avión hizo parada en Chile y veo por una página web que me había llamado para la Sub 20. Fue locazo, pero vendrían más cosas.
Porque llegué al aeropuerto y todos los periodistas me estaban esperando.
No y por eso, al ver a tanto medio de comunicación, lo llamé y le pregunté: “¿Qué has hecho?”.
Fue y será jodido.
Me autopresioné, porque fui tan tarado que, a los 17 años, afirmé: ‘Voy a ser mejor que él’.
Eso lo vivimos Johan Sotil y yo, pero en el caso del ‘Cholito’, su juego sí era bien parecido al de su padre.
Mi papá, en cambio, era individualista y yo jugaba en equipo.
Pero es cierto. Se llevaba a un rival y tenía la capacidad de regresar y volver a superarlo.
Con el ‘Loquito’ Jorge Arteaga.
Él fue un hombre muy noble, leía La Biblia, pero sí era normal, en esos tiempos, que el recién ascendido vaya a comprar la gaseosa, apague la luz y todo lo demás.
Las de Franco Navarro, que siempre terminaban con su frase: ‘Con la cabeza fría, muchos huevos y el corazón grande’.
Estuve en ese equipo de Cienciano que jugó la Libertadores ante Flamengo y en ese partido del que habla ‘Cucurucho’. Nunca me enteré de nada, pero ahora entiendo por qué Roberto regresó al Perú con lentes oscuros.
Creo que tiene más floro y unos tres o cuatro ternos más.
Claro, pero también hay que ver las marcas de uno y otro (risas).
Desde el 2015 y tengo licencia A. Dirijo al Maristas de Huacho en la Copa Perú, tengo la selección de la Universidad San Ignacio de Loyola, trabajo en el centro de alto rendimiento ‘El Diamante’ y estoy estudiando Gerencia Deportiva en una universidad de Barcelona.
Un abrazo a los lectores del diario y ya saben: con salud, todo, sin ella, nada.
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