¡Mi gente! ¡Mis hermanos! ¿Cómo han estado? ¿Ya vieron la segunda entrega de ‘La fe de Cuto´? Ahí tuve a Paolo Maldonado de invitado especial. ¡Un mate de risa, ‘Manzanita y todo lo que vivimos en Universitario de Deportes’! Cada viernes vamos mejorando, ya verán a quién tenemos esta semana. Siempre con fe y no apto pasa soberbios ni incrédulos. ¡Como tiene que ser!
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Ahora, mientras sacaba la cuentas de mi restaurante Cuto 16, me puse a recordar lo que facturan los futbolistas y lo que alguna vez facturé yo cuando aplicaba el matamoscas en las canchas. Y de fondo suena una de mi tío Rubén Blades.
Es que hay muchas transferencias de jugadores por las que se pagó harto dinero y dieron mucho de qué hablar. Gareth Bale al Real Madrid, Neymar al PSG, Lukaku al Chelsea, etc. Eso sí, sin duda el pase de Lionel Messi a Francia ha remecido al mundo. Es noticia en TV, diarios, redes sociales, radio y creo que hasta los loritos hablan del tema.
YO NO ME QUEDO ATRÁS
En los 90, el brasileño Marquinho remeció el mercado peruano cuando dejó Sport Boys y pasó a Sporting Cristal. Un fichaje millonario para la época. La firme que yo soy sincero con mi gente, no me gusta presumir, no está en mi sangre, soy humilde desde que vivía en Corongo, pero creo que en 2011 fui uno de los pases más caros del fútbol peruano.
¡Y no exagero! El ‘culebrón’ que se armó por ‘Leo’ en esta última semana me hizo recordar a la vez que volví al Juan Aurich. Una semana tensa, de muchas reuniones, y en la que me costó dejar León de Huánuco para volver a Chiclayo.
El 2009 estaba en el ‘Ciclón’, la temporada había terminado algo tormentosa para nosotros, aunque logramos clasificar a la pre de la Copa Libertadores. Ya me había acostumbrado a la ‘Capital de la amistad’, su clima, comida, la gente y sus lindas mujeres, las verdaderas musas de la capital de Lambayeque.
CÓMO ME FUI DE JUAN AURICH
El técnico era el colombiano Luis Fernando Suárez y en los primeros días del 2010 noté que algo raro pasaba. Como dice El Búho: nací de noche, pero no anoche.
Llamadas por aquí y por allá, hasta que tuve una reunión con el presidente Edwin Oviedo y Antonio García Pye, que en ese momento era gerente deportivo del club. “Lucho, hay un problema: acá todos te queremos, pero el técnico no”.
El mensaje fue sincero, transparente, directo y sin anestesia, características de don Antonio. Me quedó claro que mi futuro en Juan Aurich había acabado.
Me sentí dolido. Como Messi, lo había dado todo y me dejaban de lado. Chapé mis cosas y me mudé a Huánuco. Franco Navarro me jaló para jugar por León, hicimos una gran campaña con los ‘300’, junto a ‘Chiquito’ Flores, el colombiano Luis Felipe Cardoza, Jean Ferrari, Carlos Zegarra, el colombiano Luis Perea, el argentino ‘Billy’ Rodas y otros.
Jugamos la final del campeonato contra San Martín. Perdimos, pero clasificamos al equipo por primera vez a la Copa Libertadores. Algo histórico para la ciudad. Antes de la definición por el título, los dirigentes arreglaron conmigo de palabra. Si ‘Leo’ Messi llegó a un acuerdo por 40 millones de dólares al año en PSG, yo acepté humildemente renovar por 12 mil dólares mensuales que me ofrecieron. Di mi palabra, un apretón de manos y sellado el trato.
ME VERÁN VOLVER
Después de las fiestas de fin de año y las merecidas vacaciones, suena el teléfono. ‘¡Ring, ring! Y no era ‘El Gran Combo’, era una llamada de Chiclayo.
El dirigente Juan Merino me preguntó si ya había arreglado con León. Le dije la verdad. Me propuso volver al Aurich. “Ya he dado mi palabra, no hay forma”, le respondí. “Edwin Oviedo desea conversar contigo, te va a llamar”. Efectivamente, a las pocas horas volvió a sonar el celular. Le respondí fríamente, aún seguía dolido por la forma cómo me habían sacado. Me ofreció volver al equipo. Le di un rotundo no.
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Mi hermano mayor Quembol, que también era mi representante, había forjado una buena relación con Edwin. A pesar de que ya no estaba en el equipo, le llevaba su rica carapulcra con sopa seca para toda su familia. Era como un delivery súper especial desde Lima a Chiclayo.
El gordo Oviedo es de buen comer, le encanta la comida criolla y aprovechó esa amistad con mi hermano para atacar por ese lado. Quembol me fue a buscar y habló seriamente conmigo: “Mi capi, usted tiene 35 años. La oferta es muy buena. Hay que ver y analizar todo”, me dijo. Pero yo no cambiaba mi parecer, mi palabra estaba empeñada con los dirigentes del León y Franco Navarro.
HASTA LAS PAREDES ME DECÍAN QUE ACEPTE
La cosa se puso más intensa cuando mi mamá ‘Prince’, que jamás se había metido en mis temas profesionales, también metió su cuchara. Me atacaban por todos los frentes, alguien aparecía con un argumento a donde fuese. “El dinero que te darán es tanto y con un contrato por tres años”, contraatacó mi hermano.
¡¡Las cifras superaban el doble de lo que iba a ganar en Huánuco!! ¡¡Era la mejor oferta que me habían hecho en el fútbol, la mejor en mi carrera!! ¡Ni cuando estuve en Europa! Entendí por qué todos me hablaban y decían que no podía dejar pasar esa oportunidad. Pero a pesar de eso, seguí terco, no cedí.
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Tanta era la insistencia, que un día me fui a conversar con Leo Rojas, a quien le tengo mucho respeto y afecto, para contarle la situación. “Hijo, quizás ya no haya otra posibilidad con esa cantidad de dinero a tus 35 años”, me dijo. Volví a mi casa con un 50-50 en mi cabeza. Pero había otro problema, tenía que hablar con Franco Navarro.
Él se encontraba en Argentina de vacaciones y a su regreso a Lima nos reunimos. Los dirigentes de León me hicieron una nueva oferta para cerrar el contrato, pero cuando les dije la cifra de los chiclayanos, aceptaron que no podían competir. Sí, también fueron sinceros.
Ellos entendieron, Franco Navarro quedó renegando, pero aceptó. Me liberaron del acuerdo de palabra, fue la única manera de poder romper un compromiso verbal. Había sido una semana muy tensa, de mucho estrés y presión.
Al día siguiente, Edwin Oviedo estuvo en mi casa. Había llevado un adelanto para firmar el vínculo. En un pequeño maletín tenía el efectivo y un bono adicional.
No, no me alcanzó para comprar un Ferrari como el ‘Kun’ Agüero, pero sí para un Toyota Yaris, que regalé a mi hermano como parte de la negociación.
Pero hay un detalle del que sí me arrepiento. Aquella vez no sé qué pasó por mi cabeza que me boté: “Tres años con Aurich es mucho, solo hagamos dos años de contrato”, le dije a Oviedo. Cada vez que me acuerdo, me miro al espejo y me digo a mí mismo: ‘¡Aaahh, soberbio, soberbio…!’.
Uno no nace sabiendo, cree que toda la vida va a ser joven. Así que, mi gente, esta acaba con moraleja, porque no todo es vacilón: ‘Más vale pájaro en mano que cientos volando’ y ‘No dejes para mañana lo que puede hacer hoy’. Nos vemos el próximo lunes, siempre en Trome.pe. Con cariño: su amigo ‘Cuto’ Guadalupe.
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