Miles de personas abarrotaron la catedral de Chapecó y un estadio para llorar la muerte de 71 personas en un accidente de avión, 19 de ellas miembros del club de la ciudad, el Chapecoense, que estaba a punto de entrar en el olimpo del fútbol.
"Perderlos a (casi) todos de una forma tan trágica destruyó totalmente nuestra ciudad y a cada uno de nosotros", dijo Carla Vilembrini el martes por la noche en el exterior de la catedral de San Antonio. Vestía, como muchos otros, la camiseta blanca y verde del club.
La temporada de ensueño del Chapecoense terminó en una montaña colombiana el lunes por la noche cuando el vuelo chárter en que viajaba se estrelló al sur de Medellín. Solo seis de las 77 personas que iban a bordo, entre pasaje y tripulación, sobrevivieron. Tres de ellos son futbolistas.
El club vivía la mejor temporada de sus 43 años de historia y el miércoles iba a disputar el primero de los dos partidos de la final de la Copa Sudamericana, el segundo torneo de clubes más importante de la región.
Consternados residentes de la ciudad brasileña de Chapecó, un centro industrial de 200.000 habitantes próximo a la frontera con Argentina, vagaban por las calles aledañas al estadio Arena Conda en un impactante silencio.
"La ciudad está muy silenciosa", señaló el empresario Cecilio Hans. "La gente solo se lo creerá una vez empiecen a llegar los cuerpos".
Horas antes de la tragedia, las redes sociales mostraban a los sonrientes jugadores embarcando en el vuelo a Colombia para medirse el Atlético Nacional.
"Aún no me lo puedo creer", dijo Alan Heinz en el interior del estadio, con el cuerpo pegado a la valla que separa la grada del césped.
"Me estaba preparando para el mejor día de mi vida, y ahora no sé qué será mi vida después de esto", agregó.
Los únicos jugadores que sobrevivieron a la tragedia fueron el arquero Jackson Follmann, el zaguero Helio Zampier, más conocido como Neto, y el defensa y mediocentro Alan Ruschel.
El técnico Caio Junior era considerado el artífice del rápido ascenso del Chape. Llegó al club este año tras dirigir en Medio Oriente. El timonel, cuyo nombre de pila es Luiz Carlos Saroli, había entrenado a varios equipos brasileños como Palmeiras, Flamengo y Botafogo.
Caio Junior falleció en el choque pero su hijo, Matheus Saroli, se libró porque, según dijo en Facebook, perdió el vuelo porque "olvidé mi pasaporte".
El argentino Alejandro Martinuccio también se salvó porque una lesión lo dejó fuera de la convocatoria, según contó a la radio La Red de su país.
"Siento un profundo dolor. Lo único que puedo pedir es que recen por mis compañeros que estuvieron en el viaje", manifestó el atacante.
Entre los fallecidos hay también 20 periodistas, incluyendo Mario Sergio Pontes de Paiva, un exfutbolista que trabajaba como comentarista para la televisora Fox Sports. Conocido popularmente como Mario Sergio, jugó brevemente con la selección nacional de Brasil a principios de la década de 1980 y tuvo una larga carrera como centrocampista y entrenador en clubes del país.