Hubo una vez un poeta peruano que escribía versos con una balón. Y jugaba con la zurda. César Cueto se ganó su apelativo gracias al talento de su prodigiosa pierna. Brilló en la Eliminatoria a España 82 y jugó un partidazo en el ‘Parque de los Príncipes’ ante Francia. Hoy es un hombre entregado a la misión de Dios. Con ustedes, el ‘Poeta de la zurda’.
Éramos un gran equipo, jugamos un excelente partido, cada uno aportaba con lo mejor que tenía.
Tenía jugadores como Platini, una gran selección. Ese duelo generó mucha expectativa.
Teníamos la capacidad, habilidad y jugamos con inteligencia.
Una jugada en que salimos con velocidad, doy el pase, Uribe la toca suave a Oblitas y abre para La Rosa.
El mejor pase de Guillermo en toda la historia y anulan el tanto.
En broma decíamos que La Rosa dio un pase con tres dedos, aunque con él eran de seis, ja, ja, ja.
A eso me refería cuando digo que jugamos con picardía. Velásquez la recupera, tocamos por derecha con Uribe, Malásquez, Cueto, Uribe y terminamos dando un pase por izquierda para el gol de Oblitas.
Son cosas que uno aprende de chico.
Uno tiene que ser solidario en la cancha como en la vida.
Antes de recibir la pelota uno ya debe tener claro a donde dar los pases.
He jugado en la pista del barrio, en cancha chica y grande, muchas veces había que pasar la pelota por debajo de los carros, mirar para derecha, izquierda. Tenías que mirar el reloj y avisarle a la enamorada a la hora que nos íbamos.
Jugando bolitas.
Tenía que ponerle efecto, porque debía superar ciertos obstáculos. No todo era tirar directo.
Sí, somos un equipo, un cura, un seminarista y mi persona.
Fue un proceso que empezó hace unos 29 años, hace siete que soy itinerante por el norte del Perú de la iglesia católica Camino Neocatecumenal.
Donde la gracia de Dios me lo permita. Ahora estoy en Piura en una parroquia. Nuestra labor, por la pandemia, la hacemos vía Zoom, antes recorríamos Chiclayo, Talara, Piura y Tumbes.
Es relativo. Con algunos conversamos de mi experiencia y sobre Dios.
Así es. Esto es una vocación. Escuché su llamado y obro a su nombre. Voy a Lima solo cuando hay una reunión de la congregación.
No quiero que se confundan las cosas, cada uno es libre de elegir seguir a Dios.
A ustedes y que Dios los bendiga a todos.
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