El pueblo venezolano vive sus horas más críticas. Como si no tuvieran suficiente sufrimiento, violentas réplicas del terremoto del último martes se suman al hambre, al desabastecimiento, a la crisis política y a la violencia que padecen. Por ello, miles huyen de ese país, incluso a pie y sin un centavo en los bolsillos, por lo que se alimentan de la caridad y duermen en las calles.
Muchos buscan llegar a Perú, que hasta mañana viernes les permite el ingreso con su documento de identidad. Desde el sábado, no entrarán quienes no posean pasaporte. Debido a esto, en una lucha contra el tiempo, cientos se apuran en cruzar la frontera entre Ecuador y Colombia, por lo que en gran parte de las carreteras se ven improvisados campamentos donde duermen familias venezolanas.
Ellos recorrieron los 1 500 kilómetros que separan a Cúcuta de Tulcán en su camino a Perú. También buscan ir a Argentina y Chile. La mayor parte del trayecto lo hicieron en algún vehículo, pero también caminan largos y extenuantes trayectos, incluso con niños.
En Lima, en el terminal terrestre de Marco Polo, en San Martín de Porres, numerosas familias se reencuentran en medio del llanto.
“Tenemos miedo, pero más temor sentiríamos si nos tuviéramos que volver”, dijo Daisy Santana, quien ingresó a Perú por Ecuador.
Anoche se esperaba el arribo de cuatro buses más con familias que traían a sus hijos, muchos de ellos pequeños.
PÁNICO POR NUEVO SISMO
Un nuevo sismo de 5.7 grados en la escala de Richter sacudió ayer Caracas, provocando pánico en la población que, una vez más, salió corriendo de casas.
El movimiento telúrico, una réplica del terremoto de 7.3 grados del último martes, generó más daños. Un edificio de 45 pisos, abandonado, se inclinó y las paredes se agrietaron.