POR: MIGUEL RAMÍREZ / Periodista de investigación
El país pasa por sus días más aciagos: este jueves, el presidente Pedro Pablo Kuczynski podría ser vacado de su cargo. Para muchos resulta una burla que sean los congresistas fujimoristas y apristas los principales impulsadores de esta medida extrema. Son falsos moralizadores, pues sus jefes –Keiko Fujimori y Alan García– están tan comprometidos con la empresa corrupta Odebrecht como lo está PPK.
Las acusaciones contra el jefe de Estado son letales. Como se sabe, esa empresa informó que, entre los períodos 2005-2013 y 2004-2007, pagó millones de dólares a las compañías First Capital y Westfield, vinculadas al presidente.
Las contrataciones coinciden con la época cuando PPK era ministro de Economía y primer ministro de Alejandro Toledo. Por lo tanto, como funcionario público, ¡estaba impedido legalmente! de hacer cualquier tipo de consultoría a una empresa privada.
Nadie en su sano juicio puede creer la versión que dio el mandatario el jueves y el domingo, según la cual él no sabía nada de esos cobros. Toda la pelota se la tiró a su amigo y socio, el chileno Gerardo Sepúlveda. Pero los papeles mandan. Allí aparece su nombre.
El presidente Kuczynski pagó caro sus propios errores. No hizo caso al clamor popular que hace tiempo le pedía que aclarara sus vínculos con Odebrecht. Ni a sus propios asesores les hacía caso.
“PPK hace todo lo contrario de lo que se le dice. Es testarudo. Como es un hombre cosmopolita y exitoso, cree que no está obligado a cumplir los consejos que acataría un hombre común”, me contó la semana pasada una fuente palaciega.
“Incluso –siempre según este informante– varias veces se han agarrado a gritos con la primera ministra Mercedes Aráoz. Con ‘ajos’ y ‘cebollas’. Ella le reclama sus exabruptos y su ligereza cuando aborda públicamente temas cruciales y sensibles. ‘No te preocupes, Mechita, todo se olvida y se arregla’, es su frase preferida”.
Al margen de lo ocurrido, este columnista considera que el presidente debe terminar su mandato el 2021 y ser juzgado el mismo día que deje su cargo, según lo establece la propia Constitución.
No hay duda que detrás de la vacancia presidencial están los intereses oscuros del fujimorismo y el aprismo, para desestabilizar el país y encubrir a sus líderes máximos, Keiko Fujimori y Alan García, quienes están siendo investigados por la Fiscalía por sus vínculos con Odebrecht.
Como se sabe, el mismo dueño de esa empresa, Marcelo Odebrecht, ha declarado en dos oportunidades que se les entregó aportes de dinero para sus campañas electorales.
Además, varios funcionarios de García están presos por recibir millonarios sobornos, y el partido de Keiko Fujimori habría utilizado una contabilidad paralela y aportantes fantasmas para encubrir la plata recibida.
La aplanadora fujimorista no tiene límites. No dejemos que los tiempos oscuros del fujimontesinismo regresen al país. Nos vemos el otro martes.
VOLVER A LA PORTADA DE TROME.PE
Si te interesó lo que acabas de leer, puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter, y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.