Por: Miguel Ramírez (Periodista de investigación)

Los peruanos aún no despertamos de la pesadilla que nos han dejado las elecciones del domingo: según todos los sondeos, el extremista y antisistema y la acusada por corrupción disputarán la segunda vuelta. Uno de ellos será nuestro presidente a partir del 28 de julio.

Muchas lecciones nos ha dejado la contienda. Para empezar, ni el profesor Castillo, el popular ‘Lapicito’, ni Keiko estaban en el radar de los analistas políticos.

A Castillo nadie lo vio venir. Todos lo ningunearon. A lo largo de la campaña electoral, la prensa no le daba tribuna. Las pocas veces que lo entrevistaron fue para burlarse de su postulación. Un periodista, incluso, se mofó de él. Le preguntó por quién votaría si llegaban a la final Verónika Mendoza y Marco Arana, sus rivales de izquierda. “Ellos no van a ganar”, le respondió con la tranquilidad de un maestro de escuela rural.

Recién en los últimos diez días los medios empezaron a darle espacio, con la clara intención de quitarle votos a Mendoza, que estaba en los primeros puestos. Mendoza, por cierto, era apoyada abiertamente por colegas que, cual activistas, mostraban su simpatía por la cusqueña a través de sus redes sociales.

Para este columnista, Castillo y Mendoza son lo mismo. Ambos tienen posiciones estatistas y radicales, con la diferencia de que el ‘Lapicito’ las decía abiertamente, y Mendoza las disfrazaba con un discurso ambiguo bajo la fachada de ‘izquierda democrática’.

Castillo no desaprovechó la oportunidad que le dieron los medios en los días finales de las elecciones y logró posicionar su mensaje populista, especialmente en las regiones andinas del país. El candidato presidencial representa la voz de mucha gente engañada, olvidada, principalmente de la mayoría de los 548 mil profesores que viven casi empobrecidos y de campesinos del ande a quien nadie los toma en cuenta.

Sus votantes ven en él, equivocadamente, al justiciero que resolverá los problemas del país. Castillo, según él mismo lo ha dicho, no respetará las reglas democráticas, cerrará el Tribunal Constitucional y otros poderes del Estado. Nuestra economía, ya golpeada por la maldita pandemia, estallaría en mil pedazos.

Tiene, además, una probada vinculación con el Movadef, el brazo político de Sendero Luminoso, que ha sido documentada prolijamente por el diario Perú21.

KEIKO Y LOS FISCALES

Keiko Fujimori, al igual que el ‘Lapicito’, hizo una campaña silenciosa, inteligente. No se peleaba con nadie, ni respondía desaforadamente –como antes lo hacía- a las críticas de sus contrincantes o a los informes periodísticos referidos a sus procesos judiciales.

Hay una situación especial que pocos refieren. Los fiscales del caso Lava Jato le ‘hicieron’ propaganda gratuita y la victimizaron.

Durante la campaña, pidieron que Fuerza Popular, su partido, fuera sacado del proceso electoral. También, una vez más, volvieron a solicitar su detención preventiva, pese a que ya había estado presa dos veces.

Como era de esperarse, ambos pedidos fueron rechazados de plano por las instancias superiores. Y ella, astuta como siempre, se victimizó. Elaboró videos cortos con mensajes sencillos y de impacto. Luego los subía en sus redes sociales y sus ‘trolls’ se encargaban de replicarlos miles de veces.

En esta columna se ha dicho en varias oportunidades que los fiscales que la investigan hace tiempo se han vuelto políticos y mediáticos. Han dejado de hacer su verdadera tarea, que es la de denunciarla y llevarla a juicio.

Las pruebas y testimonios –que son filtrados a la prensa- no dejan dudas de que ella recibió millones de dólares durante su campaña electoral pasada. Y luego ‘pitufeó’ ese dinero a través de amigos y simpatizantes, que, finalmente, terminaron delatándola.

Son pruebas sólidas. Nadie se explica por qué hasta ahora los fiscales no la han denunciado. ¡Si hubieran hecho su labor, no estaríamos viviendo esta pesadilla! Optaron por perder el tiempo y dinero en sus shows mediáticos.

Volviendo a las elecciones del domingo. Lo conseguido por el profesor Pedro Castillo y Keiko Fujimori es un triunfo pírrico. No han obtenido altas votaciones, como sucedió con otros candidatos que ganaron en anteriores contiendas.

Es impredecible lo que pase en la segunda vuelta. Una vez más, lamentablemente, los peruanos tendremos que elegir entre el sida o el cáncer. Nos vemos el otro martes.

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