Cuando ocurre un asesinato lo primero que se preguntan los curtidos policías que lo investigan es ¿a quién beneficia este crimen? De acuerdo a lo indagado por este columnista, lo ocurrido con la fiscal de la Nación, Patricia Benavides –acusada alegremente por su subalterna Marita Barreto de liderar una organización criminal– evidenciaría una conspiración de un grupo interesado en expectorarla de su cargo para retomar el control del Ministerio Público (MP), que lo estaban perdiendo desde que ella asumió su puesto, en julio del 2022. Ellos se beneficiarían con su salida.
Nada justifica, sin embargo, los supuestos cubileteos políticos que Benavides habría hecho a través de su asesor Jaime Villanueva, el ‘Filósofo’. Lo sintomático es que existe un titiritero que filtra las ‘pruebas’ dosificadamente y en series a los medios, como si se tratara de una película de suspenso, cuando estamos en una situación de crisis que merece una profunda seriedad.
Los propios policías que apoyaron a Barreto en esa operación llamada ‘Valkiria V’ reparten a los periodistas fotos de ellos y ella posando y sonriendo alborozados, como si hubieran hecho una hazaña. Ni en la captura del terrorista Abimael Guzmán había ocurrido una cosa tan grotesca.
Solo una investigación imparcial llevará a determinar la culpabilidad o no de la hasta ahora fiscal de la Nación.
EL FACTOR RAFAEL VELA
Todo empezó cuando Benavides decidió evaluar la gestión del fiscal superior Rafael Vela, el todopoderoso jefe del grupo especial del Caso Lava Jato, quien hace unas semanas fue suspendido de su cargo. Vela se creía intocable.
Había sido irreverente con sus propios jefes que tuvo: Pedro Chávarry, Pablo Sánchez, Zoraida Ávalos y lo mismo pretendía hacer con Benavides. En abril, cuando el expresidente Alejandro Toledo fue extraditado y ella supervisó personalmente su llegada, Vela le lanzó un dardo. Dijo que no le correspondía estar allí, sino a él y a su subalterno Domingo Pérez.
“Fue como si a la fiscal le hubiese caído una pedrada en el ojo”, me cuenta una fuente cercana a ella.
LA CORRUPTA ODEBRECHT
Benavides, según las fuentes consultadas, detectó que el grupo que jefaturaba Vela había sido ineficaz. Claramente había existido un manejo permisivo a favor de la empresa corrupta Odebrecht. Les comentó a sus allegados que lo reemplazaría.
Vela se enteró y a partir de allí empezó la pesadilla de Benavides. En abril, la fiscal Marita Barreto le abrió una investigación casi clandestina a Benavides, quien era su propia jefa y la había designado en el cargo que tenía. ¿Quién la indujo si jerárquicamente no le correspondía? Por cierto, al igual que había hecho con Rafael Vela, la fiscal de la Nación también estaba evaluando la gestión de Barreto y el equipo policial a su cargo.
En la madrugada del lunes 27 de noviembre, con todas las ‘pruebas’ que había reunido durante ¡ocho meses!, Barreto ejecutó la operación que ya todos conocemos y que ha puesto en la picota a Benavides.
Un personaje clave en esta operación es el coronel Harvey Colchado, quien dirige al grupo de policías que trabajaban directamente con la fiscal Marita Barreto, que ha sido separada de su cargo. En su misma institución afirman que “Colchado se ha convertido en un policía político”. Probablemente no exageran. En el año 2011, durante las elecciones presidenciales, este columnista, quien en ese momento era jefe de la Unidad de Investigación de El Comercio, fue testigo de un entramado político de dicho oficial contra uno de los candidatos. Pero esa es otra historia.
Por cierto, todo el material que se ha filtrado sistemáticamente a los medios (videos, chats, escuchas, fotos) está en manos del equipo que dirige dicho oficial. El fin de semana, curiosamente, se filtraron varias fotos en donde Colchado –conocido por su obsesión en aparecer siempre en las primeras planas– posa con sus agentes y la fiscal Barreto coordinando la operación para echar a Benavides de su cargo.
Un hallazgo sorprendente es la participación del juez Jorge Chávez Tamariz, quien aceptó el requerimiento de la fiscal Marita Barreto para realizar la operación contra Benavides y su grupo de asesores. La esposa del magistrado es la fiscal Luz Taquire. ¿Adivinen quién es su jefe? El suspendido fiscal Rafael Vela. ¿Pura coincidencia?
Hay otro elemento resaltante, siempre de acuerdo a las fuentes consultadas: el premier Alberto Otárola sabía de la operación. Tres días antes de que se realizara, cuando un periodista del programa ‘Panorama’ le preguntó sobre una de sus ‘amiguitas’ que fue contratada luego de reunirse con él, le respondió: “Pregúntale al ‘Filósofo’”.
Nadie entendió a quién se refería. Cuando Jaime Villanueva, el asesor de Patricia Benavides, fue detenido, recién se conoció que lo apodaban el ‘Filósofo’. El mismo Otárola reconoció después que se refería a él. El pez por la boca muere. Y por último, la ‘bala de plata’ de Marita Barreto para acusar a su jefa Benavides de liderar una organización criminal no era tal.
Barreto denunció que Benavides archivó una denuncia contra 42 congresistas, entre ellos varios de los llamados ‘Niños’. Pero fue la misma Barreto quien recomendó a la fiscal de la Nación archivar ese caso. El Ministerio Público se ha convertido en un bastión político, los fiscales no respetan jerarquías ni trayectorias. Contra eso quiso acabar Benavides, pero parece que terminó sumergida en el mismo lodazal. Nos vemos el otro martes.
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