La lucha contra el narcotráfico parece no estar en la agenda de los candidatos presidenciales, pese a que esa lacra es la madre de todos los delitos.
El único que ha tocado ese punto es Hernando de Soto. “Conozco el VRAEM, Uchiza y el Alto Huallaga”, dijo el domingo a Trome, refiriéndose a esas zonas cocaleras.
Para este columnista -que escribe sobre ese tema desde los años 80- resulta preocupante que poco importe que nos disputamos con Colombia la supremacía de la producción de cocaína en el mundo.
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Anualmente, las mafias peruanas exportan entre 400 y 500 toneladas de la droga que son enviadas al extranjero a través de diferentes vías, principalmente por el puerto del Callao.
Esa cantidad significa miles de millones de dólares. Para tener una idea, un kilo de cocaína en el Perú cuesta entre 1.000 y 1.200 dólares, pero ese precio puede llegar a costar cinco veces más, de acuerdo al lugar del mundo donde es enviada.
Le pregunté a Sonia Medina, la batalladora procuradora antidrogas, qué opinaba sobre esa falencia en los debates electorales.
“Desde que yo tengo uso de razón, ese tema le es indiferente a los candidatos presidenciales. Siempre ha sido así, antes y ahora. Hay un desinterés o desconocimiento, pese a que aún están frescos los tiempos violentos que vivió Colombia y ahora lo vive México”, respondió.
Medina sabe lo que es enfrentarse a ese monstruo. Actualmente, su despacho defiende ¡111,000 procesos judiciales en todo el país! Y solo cuenta con 56 abogados. Es decir, cada uno de ellos tiene un promedio de 2 mil expedientes.
Por el lado de la policía antidrogas las cosas tampoco están bien. Solo se tiene un equipo de interceptación legal de comunicaciones, conocido como ‘Constelación’, que intercepta 300 llamadas en tiempo real.
Sin embargo, dicho instrumento, que fue donado por el gobierno de Estados Unidos exclusivamente para la lucha contra el narcotráfico, ya no se da abasto, pues también se emplea para combatir otros delitos.
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Tampoco los candidatos han dicho una sola palabra de lo que harían en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), en donde se elabora el 75% de la cocaína del país.
Desde hace años, grupos especiales de las Fuerzas Armadas dan una dura batalla a los narcotraficantes y terroristas que controlan las 20 mil hectáreas de hoja de coca que existen en la zona.
En ese lugar, cuya geografía es accidentada y casi inaccesible, han muerto cientos de efectivos, la mayoría de ellos jóvenes y también curtidos oficiales, que han dejado en la orfandad a sus familias.
Los candidatos deben entender que el narcotráfico no es un juego o que solo existe en las películas de Netflix. Cuidado, el ‘narcazo’ Pablo Escobar siempre decía: “Con los políticos que tenemos en Colombia, ser bandido es un honor”. Nos vemos el otro martes.
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