(Foto: Andina)
(Foto: Andina)

Si no se hubiera difundido el video del interrogatorio, tal vez nadie lo hubiese creído. En abril pasado, en una de las últimas diligencias realizadas en Brasil, Jorge Barata —el más importante ejecutivo que tuvo en el Perú la empresa corrupta — “perdió” la memoria. Dijo que no recordaba los apelativos (codinomes) de los funcionarios peruanos a quienes les reventó la mano con millonarios sobornos.

Mira también:

En la grabación, difundida en exclusiva por el diario ‘Expreso’, el brasileño, con una pasmosa frescura, dijo haberse olvidado de las ‘chapas’ que él mismo les puso a sus sobornados.

No quiso, incluso, ratificar quién era ‘Gareca’, apodo que le endilgó a la exalcaldesa de Lima, Susana Villarán, acusada de recibir millones de dólares de la compañía carioca. En el año 2019, la había identificado plenamente en una diligencia.

“No me acuerdo”, “tampoco”, “no sé quién es”, “tampoco me acuerdo”, repitió cuando las autoridades le preguntaron sobre 48 sobrenombres.

Un sablazo de la Corte Suprema de Justicia de Brasil

Lo ocurrido con la amnesia de Barata, sin embargo, es apenas una anécdota frente al sablazo que la semana pasada lanzó la Corte Suprema de Justicia de Brasil al Equipo Especial Lava Jato, que encabezan los endiosados fiscales

La máxima instancia judicial de ese país les ha prohibido a Barata y a los ejecutivos de Odebrecht declarar sobre lo que contenían los dos servidores (MyWebDay y Drousys) que dicha empresa tenía en Suiza. Allí guardaban las pruebas, la contabilidad paralela, comunicaciones, montos, identidades, apelativos, bancos y rutas del dinero de las coimas pagadas en el Perú y en todo el mundo.

El caso Lava Jato y el cuestionable acuerdo de colaboración eficaz van camino al despeñadero. De ocurrir ello, será un fracaso de la estrategia que ejecutó Rafael Vela (jefe de los fiscales), quien ilusamente confió en el arrepentimiento de los brasileños. Permitió que les devolvieran sus millonarios activos que tenían en el país y sus propiedades, a cambio de que delataran a todos a quienes corrompieron.

Vela y sus fiscales optaron por lo mediático, lo espectacular. Sus investigaciones se sostenían exclusivamente en las declaraciones de los delatores, que ahora están prohibidos de declarar y ratificar lo que en algún momento confesaron.

Es público que ese equipo nunca apostó por una investigación propia y rigurosa que pusiera contra la pared a los brasileños, como quiso hacer el fiscal Hamilton Castro, quien repentinamente fue reemplazado por Vela.

Los fiscales Lava Jato se convirtieron en surtidores de “primicias” de muchos colegas que se dedicaron a endiosarlos, a cambio de que les filtraran las declaraciones de tal o cual colaborador eficaz. A quien osaba criticarlos, no le daban nada. Hay un caso debidamente documentado.

Nadie sabe qué sucederá con ese proceso, pero se comenta que Vela y Pérez quieren que los expulsen del Ministerio Público, para luego lanzarse al Congreso y buscar impunidad. El tiempo lo dirá. Nos vemos el otro martes.

*Los artículos firmados y/o de opinión son de exclusiva responsabilidad de sus autores

MÁS INFORMACIÓN:

Contenido sugerido

Contenido GEC