“Se tenía que dar y se dio”, dice una frase muy de moda últimamente. Es lo que ocurrió el viernes con el famoso Equipo de Fiscales Contra la Corrupción en el Poder (Eficcop) y quien fuera su jefa, la fiscal Marita Barreto. La fiscal de la Nación, Delia Espinoza, decidió desactivar ese organismo y separar definitivamente a Barreto de su cargo.
Lo mismo le ocurrió ayer lunes a su brazo derecho, el coronel Harvey Colchado, quien la apoyaba en sus investigaciones. La Policía decidió pasarlo al retiro por renovación de cuadros.
La desactivación del Eficcop y el retiro de Barreto es la primera decisión trascendente de Espinoza, quien recientemente tomó las riendas del Ministerio Público. Una institución que, lamentablemente, no goza del prestigio que debería tener. A Espinoza ya se le empezaba a criticar porque no tomaba medidas drásticas respecto del actuar irregular, por decir lo menos, del Eficcop, tal como lo habían denunciado varios periodistas, entre ellos este columnista.
El Eficcop, creado en 2022, empezó con buen pie, pero poco a poco Barreto y Colchado fueron desnaturalizando sus funciones. La convirtieron en una institución política y mediática.
Enviaron a prisión a muchas personas que recién estaban en investigación, pero que luego salieron en libertad porque las acusaciones en su contra eran endebles, no tenían sustento debido. Barreto y Colchado armaban detenciones cinematográficas en las madrugadas, grababan y fotografiaban a sus detenidos tal como los encontraban, sin importarles la angustia de sus familiares, entre ellos sus hijos pequeños. Luego esas filmaciones eran filtradas a la prensa exponiéndolos a la vergüenza ciudadana.
Existen varias y coincidentes versiones, según las cuales en el Eficcop se armaban carpetas fiscales para perjudicar a ciudadanos de alto perfil político o empresarios conocidos, con la intencionalidad de sacarlos de carrera o –según se afirmaba– extorsionarlos económicamente.
Para armar esos casos, que en realidad eran ‘muñecos’, abusaron de la figura de la colaboración eficaz. Detenían o citaban a personas allegadas a sus investigados y las obligaban a convertirse en delatores para incriminarlos, a cambio de no detenerlos.
Hace unas semanas, incluso, una empresaria declaró públicamente que un supuesto emisario de ese organismo le pidió un soborno para que no la investigaran. Ella misma fue ante Marita Barreto y Harvey Colchado para denunciar la extorsión, pero no le hicieron caso. Lo que es peor, días después la detuvieron.
El Eficcop también abusó de las prisiones preventivas. Hubo personas que terminaron presas injustamente por esos requerimientos que, en la mayoría de casos, no tenían sustento.
Sus aliados siempre fueron los jueces Richard Concepción Carhuancho y Jorge Chávez Tamariz, quienes aceptaban sus pedidos sin hacer la debida evaluación como exige la ley.
Precisamente, el abuso de esas prisiones preventivas fue aprovechado por el Congreso para derogar el jueves esa figura legal, que es clave en la lucha contra el crimen organizado. La norma ha sido repuesta, pero el Ministerio Público debe hacer un mea culpa por el mal uso que hacía.
Marita Barreto y Harvey Colchado pasarán al olvido, sin pena ni gloria. No hay que ser adivinos para presagiar que terminarán en lo que más les gusta: la política. Nos vemos el otro martes.
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