En San Isidro, dos motociclistas utilizaban tecnología para coordinar un asalto. Uno de ellos tenía su teléfono celular adaptado al casco, mientras que el otro usaba audífonos, lo que les permitía comunicarse y llevar a cabo el robo de manera coordinada.
Las cámaras de vigilancia registraron el momento exacto en que identificaban a una posible víctima, indicándola con señales discretas antes de cometer el robo.
Las víctimas, sin darse cuenta, no pudieron reaccionar a tiempo. La municipalidad de San Isidro, en Lima, Perú, equipada con un sistema avanzado de reconocimiento facial y de placas vehiculares, identificó a los perpetradores, quienes estaban involucrados en una serie de robos similares en la zona.
Este grupo, conformado por cuatro individuos, opera de manera organizada, incluyendo labores de vigilancia y rutas de escape. La rápida intervención del Serenazgo y la Policía Nacional permitió la captura inmediata de los delincuentes.