Este 4 de noviembre de 2025, Lima amaneció colapsada. El paro de transportistas paralizó gran parte del servicio público y dejó a miles de usuarios varados en las calles. Entre ellos estaban Lilian Peña Albornoz y su hijo Gerald, un niño de 9 años que vive con un riñón trasplantado y debía acudir a una cita médica impostergable.
Madre e hijo, originarios de Ucayali, residen en la capital desde hace dos años y medio. Su traslado a Lima respondió a la necesidad de acceder a tratamientos especializados para el pequeño, que durante dos años estuvo sometido a diálisis antes de recibir el órgano que hoy le permite sobrevivir.
La cita médica estaba programada para las seis de la mañana, pero el transporte público no funcionaba con normalidad. “No se puede. Está repleto, repleto”, comentó Lilian a las cámaras de América Noticias, mientras intentaba subir a un bus con su hijo en brazos, sin éxito.
El drama de la familia llamó la atención de transeúntes y periodistas que cubrían el paro. Entre el tumulto, la imagen de la madre cargando al niño trasplantado resumía la angustia de miles de limeños que esa mañana no lograban movilizarse.
La comandante Díaz y la coronel Maihua, oficiales de la Policía Nacional del Perú, intervinieron tras ser alertadas por reporteros. “La salud de él es muy complicadísimo. No es una enfermedad simple”, explicó Lilian, insistiendo en la urgencia del traslado.
Las agentes dispusieron una unidad móvil para que madre e hijo llegaran a tiempo al hospital. Gerald logró así asistir a su control médico, una cita que, por su condición, no podía ser reprogramada. La madre agradeció entre lágrimas el apoyo recibido por parte de la PNP.
“Él ha sido trasplantado de riñón. Venimos del departamento de Ucayali y vivimos aquí en Lima desde hace dos años y medio solo por temas de salud”, relató Lilian, recordando el sacrificio que implicó dejar su región para garantizar el tratamiento de su hijo.
“Este tratamiento es muy largo. No nos hemos podido regresar, todo es por la salud de mi hijo”, añadió, visiblemente afectada. La intervención policial permitió que Gerald llegara a salvo al Hospital del Niño, donde recibe controles periódicos por su trasplante.
El paro de transportistas, convocado en Lima y Callao, tuvo un impacto inmediato. Las principales vías amanecieron congestionadas, los paraderos llenos y las unidades de transporte saturadas. El Ministerio de Trabajo recomendó aplicar el trabajo remoto y otorgó tolerancia en los horarios de ingreso laboral, mientras varios colegios suspendieron las clases presenciales.
La medida fue promovida por gremios como la Asociación Nacional de Conductores Profesionales del Perú (ANCPP), la Corporación Nacional de Empresas de Transporte (Conet Perú) y la Unión de Transportistas (UT), que protestan por la creciente inseguridad, las extorsiones y los asesinatos de conductores.
Según el Sistema Informático Nacional de Defunciones (SINADEF), en los quince días posteriores al estado de emergencia del 22 de octubre se registraron 28 homicidios vinculados al transporte público. Los dirigentes denunciaron que, pese a las medidas del Gobierno, los ataques no han cesado.
Algunos gremios, sin embargo, decidieron no sumarse al paro. Representantes de ese sector se reunieron con el presidente del Congreso, Fernando Rospigliosi, y acordaron la creación de una unidad de élite para enfrentar a las mafias que atemorizan al transporte.
Mientras tanto, miles de limeños quedaron atrapados en el caos. El caso del pequeño Gerald reflejó de manera dramática los efectos colaterales de la paralización. Su historia, que conmovió a los reporteros y a la Policía, evidenció la urgencia de establecer protocolos de emergencia para pacientes vulnerables cuando se interrumpe el transporte público.
Gracias a la rápida acción de las oficiales Díaz y Maihua, Gerald pudo asistir a su cita médica. La intervención policial, en medio de un paro generalizado, marcó un momento de esperanza en una jornada dominada por la incertidumbre y la frustración de los ciudadanos.
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