Víctor Hugo Shimabukuro dirigió Las Cucardas por más de 30 años.
Víctor Hugo Shimabukuro dirigió Las Cucardas por más de 30 años.

El nombre de . Pero lo cierto es que, aunque funciona en el mismo lugar, este ya no es el mismo negocio que se convirtiera casi en un sinónimo de la prostitución en Lima.

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El nombre del prostíbulo ubicado ahora en el clásico local de la cuadra ocho del jirón Ricardo Treneman, en Cercado de Lima, es ‘Las 4 P VIP’, pues el original Las Cucardas se vio obligado a cerrar por la pandemia del COVID-19.

“Apreciables usuarios, dar una respuesta en este momento sobre la reapertura o cierre definitivo sería precipitado e irresponsable. Lo que menos queremos es generar falsas expectativas sobre nuestra continuidad. El tema de la reapertura implica muchas cosas, desde los nuevos protocolos hasta la remodelación estructural del propio local, y, como es de su conocimiento, nuestra prioridad es ofrecerles los servicios con los estándares de calidad y sobre todo mantener la LEGALIDAD por la seguridad de nuestros clientes, tal como lo veníamos haciendo en los más de 50 años de vida institucional. Esperamos su comprensión”, explicaron en un comunicado el año pasado, antes de reaparecer con otro nombre.

¿CUÁNDO SE FUNDO ‘LAS CUCARDAS’?

El prostíbulo ‘Las Cucardas’ fue fundado en 1957 por un inmigrante japonés llamado José Shimabukuro y su nombre se debe a una jerga de la época que hace referencia a la vagina. En un principio era parte del también famoso y recordado prostíbulo La Nené.

Un año antes, el presidente Manuel Prado Ugarteche había ordenado el cierre de los locales del histórico jirón Huatica, en La Victoria, por lo que el negocio de la prostitución comenzó a moverse en lo que por entonces era la periferia del centro de Lima.

A comienzos de los años 90, Víctor Hugo Shimabukuro heredó el local de su abuelo y lo transformó en una ‘empresa de éxito’. Shimabukuro Nakajima, tildado muchas veces de mafioso, apareció muchas veces en televisión hablando de su pasión por las armas y mostrando orgullo por su negocio, pero en los últimos años optó por llevar una vida ‘más discreta’, alejado de las cámaras, mientras su hermano José Anthony tomaba las riendas del local.

¿CÓMO FUNCIONABA?

En el Perú, el trabajo sexual no es un delito, pero sí el proxenetismo; es decir, obtener dinero a través de la explotación sexual, como lo comenta en un artículo Hugo Muller Solón, coronel de la Policía Nacional del Perú (R) y abogado penalista. Las Cucardas alega que solo obtiene ganancia de las ventas del bar, la entrada y la renta las habitaciones de las mujeres que trabajan ahí.

“Todo el mundo piensa que somos como otros locales. Por ejemplo, otros cobran 200 soles por una sesión de media hora y los dueños se quedan con la mitad, pero yo no soy así, solo me quedo con la entrada que cobro –35 soles – y tengo buena cantidad de público, aparte tengo una barra que vende bien… Acá hay chicas que lograron acabar sus carreras, levantar su casa, hacer un negocio y se alejaron del todo de este lugar”, dijo Shimabukuro hace algunos años.

A diferencia de la explotación sexual y la trata de personas, en Las Cucardas cada trabajadora alquila sus servicios sexuales por decisión propia. Según un informe de DLatitudes del 2017, una trabajadora sexual podía ganar por turno (ya sea mañana o noche) entre 900 a 1200 soles. Cada una atendía a 15 clientes en promedio y la tarifa básica de 80 soles por 20 minutos no incluye sexo sin protección ni pedidos “especiales”.

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“Mi local no es un burdel, sino un night club donde las chicas tienen asistencia médica y psicológica. Todas son bien atendidas y cuidadas… en todos los aspectos”, contaba Shimabukuro, quien, además, escribió dos libros: Viaje a Las Cucardas y El fantasma elegante.

Según un informe de 2017, las 60 prostitutas en conjunto que trabajan en ese lugar generaban solamente por servicios sexuales 25.9 millones de soles en un año: 19.4 para ellas y 6.4 para Las Cucardas.

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