El martes amaneció con fuego cruzado en Cerro Azul. Rafael Belaunde Llosa, precandidato presidencial por Libertad Popular, fue atacado a balazos por dos sujetos que se desplazaban en una motocicleta. El vehículo que conducía quedó marcado por varios impactos de bala, en un episodio que, según la Policía Nacional, tuvo todas las características de un atentado dirigido.
El general Óscar Arriola detalló que todo ocurrió mientras Belaunde salía de uno de sus predios en el sur de Lima, una rutina que —según dijo— realiza dos o tres veces por semana. El político se dirigía hacia una trocha que conecta con la Panamericana Sur cuando apareció la motocicleta desde la que abrieron fuego.
Entre ocho y nueve disparos habrían impactado contra la camioneta del exministro, quien, armado, respondió efectuando hasta doce disparos defensivos. A pesar del ataque, resultó ileso, salvo pequeños cortes provocados por fragmentos de vidrio. Tras el hecho, la PNP activó de inmediato el Plan Cerco y desplegó equipos de homicidios y criminalística.
El alcalde de Cerro Azul, José Paín, confirmó que el atentado ocurrió dentro de los terrenos del propio Belaunde, en la zona del asentamiento humano Puente Tabla. Señaló que el ataque se produjo en la parte posterior del predio, justo en la ruta que conecta con el asentamiento.
El burgomaestre explicó que el área donde fue atacado forma parte de un emprendimiento inmobiliario reciente. Belaunde habría adquirido el terreno hace poco y viene realizando trámites para formalizar un proyecto de urbanización. La casona ubicada en el predio —aclaró— no es su vivienda, sino un punto de atención comercial para la venta de lotes.
Paín añadió que el precandidato no vive en Cerro Azul, sino en Lima, y que visita la zona únicamente para supervisar el avance del proyecto. El ataque se habría producido entre las 7 y las 8 de la mañana, cuando Belaunde salía del lugar. Pese a la gravedad del hecho, aseguró que no existen denuncias previas por amenazas o extorsiones en su distrito vinculadas al político.
El alcalde también entregó a la Policía las imágenes de videovigilancia disponibles y anunció que coordinará con la PNP medidas adicionales de seguridad en la zona, donde están por concluir obras de agua y desagüe que permitirán gestionar iluminación pública.
Aunque no existen antecedentes de amenazas contra Belaunde, un dato llama la atención de los investigadores: días antes del atentado, ingenieros que trabajan en las obras de la zona fueron asaltados y despojados de sus herramientas. Si bien no hay conexión comprobada, este episodio está siendo tomado en cuenta.
El general Arriola insistió en que, según el testimonio del propio Belaunde, él no había recibido mensajes extorsivos, llamadas intimidatorias ni advertencias previas. Tampoco se han identificado conflictos o litigios relacionados con los terrenos que supervisa. Lo único claro, por ahora, es que el ataque fue directo y en un punto específico de su propiedad.
Peritos de homicidios y criminalística ya trabajan en el análisis de la escena: trayectorias de bala, rutas de escape, peajes revisados milimétricamente y evidencia balística. Se contabilizaron al menos cuatro impactos en el parabrisas, aunque el político asegura que fueron más.
Tras el atentado, Belaunde quedó bajo resguardo policial y declaró ante los investigadores en compañía del coronel Porras, jefe de la División de Investigación Criminal de Cañete. Mientras tanto, su organización política denunció el ataque y pidió garantías para el desarrollo de la campaña.
El caso sigue abierto. Las autoridades no descartan ninguna hipótesis, pero el hecho de que el atentado ocurriera dentro de su propio predio y en medio de un emprendimiento inmobiliario reciente abre una línea investigativa clave: esclarecer si alguien quiso enviar un mensaje o impedir que el proyecto avancen en Puente Tabla. Por ahora, la pregunta sigue sin respuesta.
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