El paro de transportistas del lunes 6 de octubre paralizó gran parte de Lima Metropolitana. Desde las primeras horas del día, miles de pasajeros quedaron varados por los bloqueos ejecutados por conductores que denuncian la ola de extorsiones y crímenes contra su gremio.
La medida, que inicialmente se anunció como un ‘apagado de motores’, derivó en el cierre de avenidas principales como la Panamericana Norte, Alfredo Mendiola, Próceres de Huandoy y Túpac Amaru.
En el distrito de Comas, choferes de la línea El Chino colocaron sus buses en plena pista, impidiendo el paso de otros vehículos. El tráfico colapsó y las largas filas se extendieron por varias cuadras.
Agentes de la Policía Nacional llegaron al lugar, pero los transportistas se negaron a retirar sus unidades, afirmando que la protesta era “por los compañeros asesinados y las amenazas que todos los días reciben”.
En Carabayllo, la situación fue similar. Más de veinte buses de la línea El Rápido formaron una caravana y bloquearon la avenida Túpac Amaru, exigiendo una reunión urgente con la presidenta Dina Boluarte y las principales autoridades del sistema judicial.
Los manifestantes advirtieron que se mantendrían en la vía al menos por 24 horas, mientras vecinos del lugar salieron de sus viviendas para respaldarlos.
Otro punto crítico fue el óvalo Hábich, en San Martín de Porres, donde varias unidades detuvieron su marcha, generando un embotellamiento que llegó hasta Puente Piedra. “Nos vamos a quedar hasta que nos escuchen”, dijeron algunos choferes a Canal N.
La Policía intentó liberar el tránsito, pero sin resultados inmediatos. Algunos vehículos permanecieron atrapados durante horas bajo el fuerte sol de la mañana limeña.
En Puente Nuevo, transportistas de la línea Lorito estacionaron sus buses en los carriles que van de norte a sur, impidiendo el paso por completo. Luego de varias negociaciones con la PNP, se habilitó solo un carril para descongestionar la zona.
En el sector este de la ciudad, los buses de la línea La 50 protagonizaron un bocinazo mientras se dirigían hacia el centro de Lima. Desde algunas viviendas, los vecinos respondieron con cacerolazos en señal de apoyo.
“Nos están matando todos los días y nadie hace nada”, se escuchó gritar a una mujer desde su balcón.
El jefe de la Región Policial Lima, general Enrique Felipe Monroy, advirtió que los bloqueos en vías principales constituyen un delito y no una forma válida de protesta.
“Los dirigentes sabían que podían realizar el apagado de motores en patios de maniobras o vías alternas, pero no en avenidas principales”, enfatizó el oficial.
Durante los operativos, la Policía detuvo a dos personas que transportaban once bazucas artesanales, tubos tipo mortero, 216 palomitas y 36 lanzarrayos. En total, se incautaron más de 250 kilos de pirotécnicos en las últimas 48 horas.
Pese a las advertencias, los transportistas aseguraron que continuarán su medida hasta que el Gobierno escuche sus demandas. “Queremos garantías para trabajar, no más muertos”, dijeron varios choferes desde la Panamericana Norte.
El tráfico seguía paralizado a lo largo de esta arteria, desde el óvalo Hábich hasta Puente Piedra, bajo la vigilancia de la Policía Nacional.
El general Monroy informó que, pese a los bloqueos, los servicios del Metro de Lima, los corredores complementarios y el Metropolitano operaron con normalidad, cubriendo parte de la demanda.
El gremio transportista, sin embargo, advirtió que el paro podría repetirse en los próximos días si no se ofrecen soluciones concretas a la violencia que azota al sector.
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